Alguna vez Nikola Tesla, físico croata genio del electromagnetismo, dijo: En realidad no me a preocupa que quieran robar mis ideas, me preocupa que ellos no las tengan. Palabras relevantes dichas por un genio al que poca justicia se le ha hecho a pesar de ser uno de los constructores de la civilización moderna.
A finales del siglo diecinueve, el norteamericano Tomás Alba Edison inventó la lámpara incandescente, hoy sustituido por otras lámparas que disipan menos energía en forma de calor y , por lo tanto, son más económicas en el consumo de energía eléctrica.
El primer espacio que Edison iluminó con su maravilloso invento fue el interior de un barco de vapor y, dos años después, en 1881, crea en Manhattan la primera central de luz y energía del mundo con redes subterráneas que conducirían la electricidad necesaria para iluminar la gran ciudad, dejando obsoletas las lámparas de gas, ¡El progreso había llegado, las tinieblas eran cosa del pasado!
La visión emprendedora de Edison lo llevó a entusiasmar a un grupo de inversionistas que unieron sus capitales para fundar lo que sería la primera planta generadora de electricidad en el mundo: La Edison Illuminating Company, que después se convertiría en La General Electric, compañía exitosa durante el siglo veinte, hoy en serios problemas, cosas del progreso tecnológico.
A fines del siglo XIX, la ciudad de Nueva York se erguía orgullosa ante el mundo como una ciudad iluminada. Sin embargo, La General Electric distribuía corriente continua o directa (DC) a 110 Volts, y esta presentación ofrecía graves problemas para su traslado pues se desperdiciaba mucha energía en forma de calor. Se construyeron decenas de plantas generadoras por toda la ciudad, pues la corriente producida y trasladada al voltaje indicado sólo cubría 800 metros a la redonda. Este problema técnico excluía a las zonas rurales. Aquí es cuando hace su aparición el croata Nikola Tesla. El Físico europeo se traslada a Nueva York para mostrar a Edison un proyecto que solucionaba el problema. Edison era, además de prolífico inventor, exitoso hombre de negocios, sin embargo era soberbio, por tal razón su ego le impidió aceptar las ideas del desconocido ingeniero croata recién nacionalizado norteamericano, a pesar de que éste ofrecía una manera de trasladar la corriente eléctrica a grandes distancias con poca pérdida: la corriente alterna (AC).
La arrogancia de Edison impidió visualizar las ideas de Tesla, que en ese entonces era su empleado. Ante esta negativa Tesla renunció y decidió buscar financiamiento para su proyecto fuera de la General Electric. En este empeño, presenta sus ideas al ingeniero y empresario George Westinghouse, quien de inmediato aporta el capital para el establecimiento de una nueva compañía generadora de electricidad: La Westinghouse Electric que pronto ganaría la batalla a la General Electric en lo que se conoce como La guerra de las corrientes.
Pronto la corriente alterna mostró en la práctica sus ventajas sobre la corriente directa. A un voltaje elevado (100 000 V) se pudo trasladar la corriente eléctrica a grandes distancias con poca pérdida, como se hace en la actualidad en las líneas de alta tensión.
El futuro había llegado con la corriente alterna (AC) y esta sería una batalla perdida, momentáneamente por Edison. En la actualidad la energía eléctrica que se utiliza en los hogares es en su gran mayoría alterna y es muy fácil su transformación a corriente directa.
Sin duda, la humanidad está en deuda con esos dos genios de la tecnología: El prolífico inventor Tomás Alba Edison y el visionario científico Nikola Tesla.