Monterrey.- Uno de los propósitos de la enseñanza en la escuela secundaria es la formación de un pensamiento científico y esta tarea sólo la pueden realizar: la escuela y el profesor.
El estudiante que lee libros, impresos o digitales, en soledad. El estudiante que realiza experimentos sin la guía de un experto que diseñe la estrategia y lo asesore en tiempo real, será un estudiante que difícilmente logre la construcción de un pensamiento científico, ya que sin la guía experta del docente, los estudiantes desvían sus observaciones básicas para centrarse en una realidad confusa, soslayando la esencia de las leyes físicas que rigen los fenómenos naturales.
La enseñanza de la ciencia lucha contra el sentido común. Albert Einstein y Gastón Bachellard nos han enseñado que llega el momento en que el “espíritu” prefiere lo que confirma su saber por sobre lo que lo contradice; prefiere las respuestas directas por sobre las preguntas, de esta manera el “espíritu conservativo” domina por sobre el “espíritu científico” que es todo lo contrario, el espíritu científico es dialéctico, es trascendente. De esta manera, la enseñanza de la ciencia en secundaria logrará su propósito si su didáctica se enfoca a reemplazar el saber cerrado y estático por un conocimiento más abierto y dinámico.
Como podemos inferir: la tarea del maestro de ciencias no es nada fácil, un maestro de ciencias básicas no se puede improvisar, su formación es una tarea compleja y continua, su formación debe ser tal, que guíe la actividad del alumno, partiendo de experiencias directas, es decir, de los fenómenos naturales, para llegar a la esencia, al razonamiento abstracto que es el más general y poderoso y es el que nos ha permitido conocer y transformar el mundo.
La realidad que estamos viviendo debido al confinamiento domiciliario, exige un trabajo más puntual y más pertinente a quienes tenemos la responsabilidad de orientar y asesorar el trabajo de los maestros de ciencias. Se requiere que no se pierda la esencia de la didáctica de la ciencia, centrándola en la formación de un ser humano que desarrolle su curiosidad y asombro, que sienta el deseo de explorar su el entorno cercano, que plantee preguntas, registre datos, elabora representaciones sencillas y amplía su conocimiento del mundo.
Una didáctica centrada en las anteriores características requiere de la asesoría directa del profesor de ciencias, esta asesoría exige mayor esfuerzo si se da a distancia. Aunque los recursos digitales son versátiles, la tecnología de nada sirve sin un buen profesor de ciencias al lado del alumno, asesorándolos en grupos pequeños, supervisando y evaluando la actividad en tiempo real.
En la construcción de la gran estrategia que sustente esta didáctica de la ciencia debemos de emplear, desde ya, todos nuestros recursos materiales y humanos, todo nuestro esfuerzo.
Las autoridades de la SEP y de la SE de NL, así lo deben entender, porque hasta ahora están dejando solo al docente de ciencias, y a quienes lo asesoramos.