Muchas cosas en México se mueven dentro del ámbito de la informalidad, entre ellas la socialización política. La comunidad mexicana dentro de Estados Unidos es una de las más importantes del mundo, aunque participa poco en la definición de los gobiernos y legisladores de nuestro país, según los porcentajes electorales. Sin embargo, de alguna manera influyen en las comunidades de origen y las bases de simpatizantes para los diferentes partidos políticos. La madre de todas las batallas sigue siendo la elección municipal y, desde ese espacio, puede percibirse la influencia de las comunidades de mexicanos en el exterior.
Hacia el 2024 coinciden las elecciones presidenciales de México y Estados Unidos, un fenómeno recurrente cada doce años y que obligará a la politización de los mexicanos en ambos países. Las condiciones labores y de marginalidad en los emigrantes mexicanos, hacen que su participación electoral sea escasa. Son realistas y comprenden que lo más importante redunda en continuar trabajando para seguir enviando dinero a sus familias. Ocurre lo mismo con la clase trabajadora asalariada en nuestro país, la distingue el abstencionismo y la apatía. El mensaje oculto de ese tipo de participación política, probablemente quiera decir que los partidos políticos mexicanos carecen de propuestas económicas verdaderas que cambien la situación de las cosas.
Los mexicanos que mejoran sus condiciones en Estados Unidos tienden a volverse republicanos y, las más de las veces, autoritarios. Prefieren una dictadura militar en México, pero que ponga orden e inhiba el que más gente llegue al país de las barras y estrellas a competir en el mercado laboral. Los menos, aquellos que superan el comunitarismo local e incrementan su cultura académica, así como disponen de tiempo para el activismo, tienden a simpatizar con el partido demócrata y su liberalismo progresista. Ambos coinciden en que México debe integrarse a Estados Unidos, pero cada vez quieren saber menos del país. A veces también los agota el peso de sus comunidades y una crisis económica que se hace centenaria.
Para el 2024 no hay opción, conforme se acerquen los finales de mandatos gubernamentales habrá que escuchar mucho de política; y participar. Salinas, Fox y Peña Nieto emergieron en momentos álgidos para el país; el 2024 también lo es y la competencia se ha adelantado en forma acelerada. Las comunidades de inmigrantes representativas de los principales estados expulsores de personas participan poco. Por ejemplo, la Federación Zacatecana no dice nada de las condiciones que guarda su entidad y de su paisano aspirante a la primera magistratura del país. La cultura parroquial y/o súbdita es más que trágica y evidente. Pero como dice la doctora Leticia Calderón Chelius: los súper héroes no existen. Es cierto que los emigrantes mexicanos en Estados Unidos son personas, pero también son héroes; y los héroes se cansan. La clase política mexicana, así como Ricardo Monreal, resulta miserable e indolente con los emigrantes.
Es importante una agenda migratoria para los mexicanos en Estados Unidos. Vicente Fox tuvo un impulso muy grande de parte de estos, pero les falló en todo. Los emigrantes participan aunque no se les ve, aunque no voten, y en las actuales condiciones de guerra mediática, los partidos tienen que tomarlos en cuenta.
Quizá es más importante influir para el desarrollo de un Lobby Mexicano que construya el punto óptimo en la relación económica del Oso y Puercoespín.
El recurso más importante que exporta México es el humano, antes que los aguacates y las manufacturas.