Monterrey.- Al generalísimo Francisco Franco, protector de los ideales más añejos españoles, lo acompañaban una pandilla de encamisados.
Fueron ellos el brazo ejecutor de la peor guerra civil. Muchos latinoamericanos, pensadores y artistas, entre ellos Octavio Paz, se opusieron al intento golpista militar.
España quedó a merced del régimen autoritario de Franco. Retrocedió en el tiempo dos siglos. Se impuso la religión de Estado, el catolicismo, como única forma válida de culto. La disidencia pagadera en el fusilamiento inmediato. El poeta Federico García Lorca conoció el sabor del plomo. Su entierro se hizo de manera oscura. Evitando convertirle en mártir de la causa en contra de Franco.
¿A quién en México le interesa aprovechar la coyuntura de la pandemia? Al histórico PRI, al conservador PAN y al ridículo PRD. Alienados a sus necesidades de supervivencia social política, el Grupo Reforma, el ultraconservador, ahora en manos del júnior de la familia Junco González, enaltece a los palabreros fascistas, como lo es el movimiento de Gilberto Lozano.
El Consejo Nacional Ciudadano funciona exactamente igual a los encamisados de negro de Francisco Franco. Son peligrosos por su rabia inexplicable. Su movimiento replicado sin mayor éxito, salvo en Monterrey con sus playeras blancas y sus autos recientes en caravana, responde al linchamiento del Grupo Reforma y al merolico custodio de Gilberto Lozano.