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LA NOVELA DE LA GUERRILLA   1
Hugo Esteve Díaz*

“Es cierto que he violado la historia, pero le he procreado algunos hijos muy hermosos”.
Alejandro Dumas (1802-1870).

Historia y novela
En el desarrollo literario el género de la novela histórica ha venido a representar un recurso que ha permitido a sus autores oscilar libremente entre lo verdadero y la ficción. Son pocas –por no decir que ninguna- las novelas históricas que logran apegarse de manera fiel a los acontecimientos tal cual y como realmente sucedieron, ya sea porque existe poca referencia sobre determinados hechos que facilitan su divagación; o ya sea porque el autor se permite la licencia de inventar ciertos pasajes o personajes que, sin apartarse de la Historia, los entrelaza en la trama.

    En nuestra historia más reciente existe una etapa de insurgencia armada que tuvo su eclosión a partir del intento de asalto al cuartel de ciudad Madera, en el estado de Chihuahua, por parte de un grupo de guerrilleros encabezados por el profesor Arturo Gámiz García. A partir de ese momento, y en el transcurso de al menos las dos décadas siguientes, afloraron en distintas partes de nuestro país una amplia variedad de organizaciones guerrilleras que en su conjunto vinieron a constituir el amplio movimiento armado socialista, cuyo referente más significativo lo serían, en el medio rural, el Partido de los Pobres que lideró en la sierra de Guerrero Lucio Cabañas Barrientos; y en las áreas urbanas, la Liga Comunista 23 de Septiembre, como la organización guerrillera que logró conjuntar y organizar a un amplio número de agrupaciones armadas que se encontraban en ese entonces dispersas o desorganizadas.

    Así, resulta interesante descubrir cómo ya desde los inicios de esta etapa empiezan a surgir, aunque sea tímidamente, algunas publicaciones que se ocupan de este tema; no sólo desde la crónica o del análisis, sino también y notoriamente desde la novela, incorporando el tema histórico de la Guerra Sucia en el contexto de sus propias tramas. De donde surge lo que ahora podemos denominar como:

La novela de la guerrilla
Es notorio destacar cómo desde los inicios del conflicto, en los sótanos del oficialismo se mandaron elaborar precisamente algunas novelas con la intención de desacreditar al movimiento armado; como fue el caso de ¡Que poca Ma … dera! (1968) de un tal Prudencio Godínez, o El guerrillero editado en dos episodios a mediados de los años setenta para desacreditar al Partido de los Pobres y a Lucio Cabañas.

    Con todo, las obras pioneras de la novela de la guerrilla en México serían: Cadáver lleno de mundo (1971) de Jorge Aguilar Mora; La fórmula (1971) y Si tienes miedo (1973) de Juan Miguel de Mora; y El infierno de todos tan temido (1975) de Luis Carrión Beltrán; obras en las que los autores aún no se adentran de manera directa en el contexto del tema de la guerrilla como un elemento histórico, como si lo logra René Avilés Fabila con la espléndida cuento-novela Nueva utopía (y los guerrilleros) (1973), de modo que ésta vendría a representar la obra más acabada de este periodo –y que continuaría con De secuestros y uno que otro sabotaje (1978)-, tal vez porque el maestro además ha sido protagonista indirecto de la referida etapa histórica, pero sobre todo porque cuenta con un mejor oficio literario.

    A esta misma etapa pertenecen dos obras completamente dispares una de la otra: Réquiem por un ideal. La Liga Comunista 23 de Septiembre (1977) de José Pérez Chowell y Al cielo por asalto (1979) de Agustín Ramos. Contrastan la una de la otra debido a que, en términos literarios, la segunda es muy superior que la primera. En la de Pérez Chowell se recurre al sensacionalismo un tanto amarillista, mientras que en la segunda existe una construcción más literaria, de prosa más acabada, pero no menos romántica.

Sus protagonistas
En la década de los ochenta irrumpe una novela que se convertirá emblemática del género guerrillero: ¿Por qué no dijiste todo? (1980) de Salvador Castañeda, quien escribe desde su experiencia personal como militante guerrillero con un estilo que nos recuerda a José Revueltas y que destaca maravillosamente por su crudeza y simplicidad. De esta etapa pertenece también Manuscrito hallado en un portafolio (1981) de Fernando Curiel, única novela en la que el autor se permite la licencia de plantear como trama la insurrección de un sector del Ejército que se levanta en armas y se suma al movimiento guerrillero. Y finalmente Dientes de perro (1986) de Ramón Gil Olivo, que no es propiamente una novela, sino una colección de cuentos, entre los que destaca de manera desgarradora el cuento que lleva el título del libro.

    En el género de cuento cabe destacar la breve pero extraordinaria obra del gran dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda, que con el título de Los guerrilleros (1992) nos obsequió una pieza irónicamente realista.

    En 1981 aparece Ejercicio de guerrillero, escrito por el sacerdote Carlos Bonilla Chamorro, en donde narra con un estilo novelesco la historia que él mismo vivió muy cerca de Lucio Cabañas sobre el secuestro, negociaciones y rescate del entonces gobernador de Guerrero, Rubén Figueroa; cuyo caso arrojaría uno de los pasajes más críticos y oscuros del Partido Comunista Mexicano, y que tendría como última consecuencia el secuestro en 1985 de Arnoldo Martínez Verdugo por parte de un presunto grupo guerrillero.

    Salvador Castañeda es uno de los autores más prolíficos en este género de novela, mismo que publica con una fuerte carga autobiográfica en 1991 Los diques del tiempo: Diario de la cárcel; y continua en 1992 con La patria celestial, ésta última en donde reconstruye – y rememora- los periplos en el accionar de la guerrilla urbana y uno de sus destinos menos calamitosos, como lo fue la cárcel.

    A principios de los años noventa surgen dos obras emblemáticas de la literatura nacional. Nos estamos refiriendo a La guerra de Galio (1991) de Héctor Aguilar Camín y a Guerra en el paraíso (1991) de Carlos Montemayor, quien se convertiría en el novelista de la guerrilla por excelencia. En la primera el autor involucra las vicisitudes de un guerrillero en una trama de complots que recuerdan el golpe contra Excélsior en 1976 y los entretejidos que se urden en los sótanos del poder. Mientras que en la segunda, se nos lleva de la mano tanto a las montañas de la sierra de Guerrero para conocer a Lucio Cabañas, como también a la mesa de los militares para escuchar sus razonamientos sobre el conflicto, y a final de cuentas, al escenario de confrontación en donde se gestó uno de los capítulos más desgarradores de la Guerra Sucia.

    En 1995 uno de los protagonistas de la incipiente guerrilla en Nuevo León como parte de los Procesos –principal grupo promotor que daría origen a la Liga Comunista 23 de Septiembre-, Ricardo Morales Pinal, publicaría una novela testimonial con un extraordinario acento conmovedor y profundamente reflexivo que llevaría por título Un poco más.

    Ese mismo año Jorge Volpi publicaría La paz de los sepulcros (1995), un entramado de corrupción moral y política en el que se involucra la figura de un guerrillero como la expresión de un idealismo desgastado pero auténtico. Una referencia -entre la realidad y la ficción- a la que regresaría el autor, y a la manera de una gran parodia, varios años después con El fin de la locura (2003) en donde el protagonista descubre en la figura del Subcomandante Marcos la representación concreta de las grandes contradicciones nacionales.

    Mención aparte merece Memoria de la guerra de los justos (1996), fascinante obra escrita por Gustavo Hirales Morán –un protagonista clave en la historia del movimiento armado- en la que por primera vez se narra con un realismo connotativo el surgimiento y accionar de la Liga Comunista 23 de Septiembre, desde sus orígenes hasta la caída de su primer y principal dirigente, y en la que el autor se atreve a develar el proceso de descomposición y las contradicciones internas que desde su origen ya se empezaban a manifestar en el seno de la organización guerrillera; aunque es verdad que la novela de Hirales vendría a resultar un tanto críptica por el uso indiscriminado de seudónimos y de referencias en clave no propia para legos en la materia.

    A ésta le seguiría otra obra valiente y a la vez desgarradora: Veinte de cobre. Memoria de la clandestinidad (1996) novela de Fritz Glockner en la que rescata uno de los pasajes más oscuros de la guerrilla en México, como fue el caso de ejecución de su padre, Napoleón Glockner Carreto y de su compañera Nora Rivera Rodríguez, ambos militantes de las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN).

    Sobre las FLN también escribió Ignacio Retes en su novela Por supuesto (2000), en la que retrata la vida de una de las heroínas de la guerrilla en México: Deni Prieto Stock. Tema que, por cierto, ya había sido explorado varios años atrás en otra y temprana novela: Guerra y sueño (1977), escrita por Salvador Mendiola y cuya errática edición la ha convertido en una de las más difíciles de conseguir.

La nueva perspectiva
A la luz del cambio de siglo Carlos Montemayor nos obsequió todavía antes de dejarnos tres novelas más sobre la guerrilla: Los informes secretos (1999) –así fuera tangencialmente abordado el tema-, Las armas del alba (2003), sobre el asalto al cuartel de Madera y que sería llevada a la pantalla con el título de Las armas (2014), dirigida por José Luis Urquieta; además de su obra póstuma sobre la visión de las mujeres de Madera con el título de Las mujeres del alba (2010).

    Para finalizar citaremos dos obras más: Canuteros de plomo (2003) de Juan Manuel Negrete y Guerra de Guerrillas (2015) de Marxitania Ortega. La primera, una vasta novela cuyo escenario y protagonista es, a la vez, la ciudad de Guadalajara, como espacio y actor en donde se gestó uno de los movimientos estudiantiles -y posteriormente armados- más importantes del país. Mientras que en la segunda, la autora nos involucra de manera paralela en dos vidas que se mueven libremente en el tiempo y casi independiente la una de la otra: la de un dirigente guerrillero mexicano que viaja a Paris con el propósito de definir alianzas y fijar una línea estratégica; y la de su hija que, víctima de las andanzas de su padre, tiempo después logra obtener una beca para estudiar en Paris, en donde da rienda suelta a todos sus traumas y a la frivolidad de sus afanes. Con toda seguridad la veta de la guerrilla como trama de la novela aún no se ha agotado y por ello es muy presumible que en el futuro inmediato se concreten nuevos intentos; ahora mismo existen algunos proyectos que en breve podrían ver la luz.



1 El presente texto es el resumen de un ensayo que aparecerá completo en el libro 3 de la colección La Izquierda mexicana del Siglo XX.
*Es escritor y analista político, autor de Las Corrientes Sindicales en México (1990); El Sector Social de la Economía (1994); Las Armas de la Utopía. Tercera ola de los movimientos guerrilleros en México (1996) y Amargo Lugar Sin Nombre. Crónica del movimiento armado socialista en México (1960-1990) (2013). Está por aparecer su novela Los años de plomo. Administra la página Festín de las Balas: http://www.festindelasbalas.com/. Contacto: https://www.facebook.com/festin.delasbalas y hugo.esteve08@gmail.com

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