Monterrey.- En la misma semana celebramos la oportunidad de vida. De otra vuelta al sol. Ya próximos al medio siglo. No nos asusta la parte baja de la existencia. Lo vemos como una bendición. En la escalada de defunciones y males por todo el mundo.
Le sonreímos a las primeras dolencias. Estamos al pendiente del pulso cardiaco. De la concentración en la sangre de los triglicéridos y del azúcar. Asistimos puntuales a cada una de las citas médicas y de los exámenes.
Moderamos el consumo de los alimentos. Los excesos son parte del pasado lejano. Dormir la mayor cantidad de horas y sin sobresaltos.
Afuera de la habitación las preocupaciones, los malos entendidos y las imposibilidades de las finanzas.
En un tiempo donde la amargura se va enraizando en el alma. Hemos gozado de oportunidades laborales y también de despidos injustificados. Albergar en el corazón fastidio o enojo nos esclaviza.
Mejor vivir ligeros. Con una mochila al hombro. Conociendo lo efímero de la existencia. Ofreciendo gracias a cada momento, en cada una de nuestras respiraciones.
Esa es la mejor experiencia. Ofrecer la palabra de perdón a quienes ofendimos. Perdonando a nuestros ofensores. Detener el reloj del tiempo, el de la crisis de la edad. Ayudar antes de nuestra partida. Vocación y realidad.