GOMEZ12102020

La sequía que viene
Asael Sepúlveda

Monterrey.- El grave problema de la falta de agua que vive Monterrey y su zona metropolitana nos hizo entender muy pronto los límites de una sociedad sin planeación y sin organización. Ya casi habíamos olvidado la crisis de mediados de los ochentas del siglo pasado, cuando indignadas amas de casa sitiaban el Palacio de Gobierno con sus tinas vacías, exigiendo agua. Dentro de Palacio, el Gobernador Martínez Domínguez lo mismo mandaba bombardear nubes con ioduro de plata que ponía máquinas a perforar en las plazas de las colonias para proyectar una imagen de trabajo. Para los creyentes que siempre hay, ponía a danzar a un indio cherokee que con sus pasos y su música invocaba la lluvia bienhechora.

En aquellos tiempos, la Comisión Nacional del Agua emitía un reporte diario con el nivel de las presas, la cantidad de agua que se les había sacado y lo que había entrado, ya sea por escurrimientos o por lluvia directa. La gran solución fue construir la presa de Cerro Prieto, que oficialmente lleva el hoy olvidado nombre de José López Portillo.

La dicha presa tardó tres años en llenarse a su máxima capacidad. Las mejores obras humanas para captar agua sirven de poco si el clima no nos ayuda. Vale la pena recordar esto porque la construcción del segundo ducto de El Cuchillo, que se había quedado pendiente desde hace casi 30 años, ayudará en mucho a aliviar la crisis del agua, pero de ninguna manera es una solución definitiva. En primera, porque ni aún con los ductos a plena capacidad se podrá traer agua suficiente para Monterrey. En segundo lugar, porque un ducto sin agua sirve de poco. Ahí está el acueducto de Cerro Prieto como testigo.

Que el segundo acueducto de El Cuchillo será una obra enorme, está fuera de duda. No sólo por la obra civil y el tendido de tubería, sino por la infraestructura eléctrica necesaria para operar las plantas de bombeo. En el caso de Cerro Prieto, se le dio gran publicidad al tendido eléctrico de las plantas generadoras de Altamira, para operar las bombas eléctricas. En el segundo ducto de El Cuchillo, harán falta grandes cantidades de energía para operarlas.

Por todo ello, debemos mirarnos desde ahora en el espejo de Europa, un continente cruzado por numerosos ríos que no sólo riegan la tierra y embellecen el paisaje, sino que sirven como importantes vías de comunicación que facilitan la actividad económica. Pues bien, esos ríos maravillosos enfrentan un futuro sombrío. El río Po, el más grande de Italia, vive un período de sequía que tiene ya en crisis a las campiñas italianas. El Rhin, el gran río alemán, lleva tan poca agua que los grandes barcos mercantes tienen que navegar ahora a tres cuartos de su capacidad. El portentoso y romántico Danubio, que cruza varias grandes ciudades europeas, también resiente los efectos de la sequía.

Los expertos en el clima predicen que la situación tenderá a agravarse en los próximos 25 años, ya que todos esos ríos se surten del agua que baja de los Alpes, los cuales cada año acumulan menos hielo en sus cumbres. Nadie lo ha dicho con todas sus letras, pero el calentamiento global, debido sobre todo a la quema de combustibles fósiles en Europa, Estados Unidos y China, nos está pasando la factura.

Por lo pronto, el gobierno francés instaló a principios de agosto un gabinete de crisis enfocado en buscar soluciones al problema de la sequía. Bien haríamos los mexicanos en hacer lo propio. Y con toda seguridad los mexicanos también lo vamos a hacer, en cuanto se nos acabe el júbilo por las lloviznas y por el nuevo acueducto y volvamos a descubrir que hay cada vez menos agua, aunque queramos cerrar los ojos y olvidarlo.