Monterrey.- Apenas hace unos días que las autoridades estatales señalaron el problema de la falta de agua en la Zona Metropolitana de Monterrey, como algo que requiere atención urgente.
En la prensa, las declaraciones del Gobernador plantean que se trata de una crisis de falta de agua que aqueja a toda la región Noreste, y que hay varias opciones para obtener agua a corto plazo. También se ha iniciado una campaña para que las familias hagan un uso cuidadoso del agua y evitar el desperdicio.
Con otra perspectiva, se han recordado las expresiones del gobernador Martínez Domínguez, quien advertía, hace décadas, que el agua disponible en la región planteaba límites a la cantidad de población. Esos límites se han rebasado.
Igual que en el caso de los problemas de vialidad y conectividad al interior de la metrópoli, los problemas del agua tienen que ver con la falta de orden en el desarrollo urbano que se ha seguido en la ciudad. La demanda supera a la oferta de agua.
A mitad de los años noventa del siglo pasado, se planteaban con precisión las afectaciones que para entonces había sufrido la hidrología superficial del Valle de Monterrey. “El avenamiento de los ríos y arroyos ha sido modificado o entubado por las necesidades de la urbanización”: la cañada de los Ojos de Agua de Santa Lucía prácticamente desapareció bajo las construcciones que invadieron toda la cuenca; el cauce del Arroyo del Topo Chico se reduce cada día, con todas las implicaciones para la hidrología regional; los arroyos El Seco, El Obispo y La Talaverna, las cañadas y pequeños arroyos que bajan de las montañas, también sufren los embates de la urbanización. (Véase Gustavo Garza, coord. (1995) Atlas de Monterrey, Gobierno del Estado de NL, UANL).
La sed de los regiomontanos y el consumo de agua de las empresas ha crecido a través del tiempo; y como que las soluciones que se intentan se toman en forma tardía. Por ejemplo: la Presa La Boca, construida en 1956 (con capacidad para 44 millones de metros cúbicos) originalmente estaba destinada para uso industrial, pero las necesidades de la población obligaron a proveer también a las familias. En 1984 se puso en operación la Presa Cerro Prieto (con capacidad para 390 millones de metros cúbicos) y al poco tiempo resultó insuficiente. A principios de los noventa se inauguró la Presa El Cuchillo (mil 123 millones de metros cúbicos), que proveería hasta con 10 metros cúbicos por segundo, y se veía como una aportación significativa. (Gustavo Garza, coord. Ibid). No obstante, en el periodo de gobierno 2009-2015, se planteó la necesidad de traer más agua a Monterrey, ahora desde la cuenca del Río Pánuco; pero el alto costo financiero apareció como un obstáculo para el proyecto. En el gobierno 2009-2015 se inició la construcción de otra presa, con menores capacidades que las ya construidas; en el 2022 aún está en construcción. En el gobierno de Sócrates Rizzo se planteó la construcción de un segundo acueducto de El Cuchillo a la ZMM. Otra opción no contemplada, hasta ahora, es la canalización de agua de las presas Guerrero y Falcón, ubicadas en Tamaulipas.
En las siete décadas pasadas, la construcción de presas se ha quedado corta frente al crecimiento de las necesidades. La Boca y Cerro Prieto están en niveles mínimos. Si a eso se suma la sequía en los últimos años, la situación es crítica.
En todos estos años, el crecimiento de la metrópoli se ha traducido en una creciente plancha de concreto, asfalto y cemento, que arrasa con arroyos, áreas arboladas y zonas verdes. Se han depredado las de por sí débiles laderas de cerros y montañas. La urbanización avanza sin orden ni concierto.
Esta conducta antiecológica no parece tener contrapeso.
Una línea complementaria a la de traer agua fresca a la metrópoli es la de aprovechar mejor el agua de la que ya se dispone.
La campaña de cuidado del agua, dirigida a las familias, debiera complementarse con una serie de normas dirigida a las empresas. Se ha señalado que convendría revisar la situación de los pozos que aprovechan de manera exclusiva las empresas; cuánta agua tienen autorizada y cuánta utilizan realmente.
En diversas ciudades de Inglaterra se han puesto en operación sistemas de reciclamiento del agua urbana. En algunos casos se logra reciclar hasta dos veces el agua utilizada regularmente. Convendría impulsar en la ZMM la potabilización y el reciclaje como una alternativa. Monterrey fue pionero en construcción y operación de plantas de tratamiento de agua residual.
La eliminación de la pérdida de agua que se produce por fallas en la red de distribución, es otra medida efectiva. Se ha reconocido que la cantidad de agua que así se pierde es significativa. Esta misma situación se identificó en la Ciudad de México.
Con una visión a mediano y largo plazo, además de atender la urgencia inmediata, es impostergable atender los planteamientos de los ambientalistas para contener la depredación de las áreas verdes, e impulsar una intensa campaña de reforestación y arborización.
El ingeniero Martínez Berlanga, reconocido ambientalista, ha identificado “áreas de oportunidad” y una estrategia para redireccionar el comportamiento ecológico en la comunidad. El ingeniero Alfredo González es experto en hidrología, de gran experiencia; y conoce los sistemas hídricos de Nuevo León. Son especialistas con visión y experiencia.
Lo que se requiere es diseñar una estrategia integral de gran visión, para resolver las necesidades en lo inmediato y sentar las bases para un sistema ecológico que atienda además los riesgos del cambio climático.
Hace años funcionaba un Instituto del Agua del Gobierno del Estado; no se sabe si continúa operando; y si es así, a qué se dedica. Pero es impostergable incorporar la capacidad de investigación científica y tecnológica de las instituciones de educación superior de la entidad y atraer asesoría de organismos internacionales sin fines de lucro.
Se requiere el diseño de una política pública en la materia. Sí, hay que traer más agua, pero también racionalizar su uso, ser más eficientes, eliminar fugas, reciclar, reforestar, y cambiar el modelo de desarrollo urbano. En lo inmediato se deben realizar trabajos de reparación y mantenimiento de las presas existentes. Sin agua no hay vida posible. A recuperar el Valle de Monterrey.
Es necesario formar, en la educación de los niños y jóvenes, una cultura del agua, de conciencia ecológica y ambiental. Hay mucho que hacer en las escuelas, si queremos cambiar para mejorar.
Analizando las exportaciones que realiza México, en las que son significativas la venta de cerveza y la de productos del campo, como el aguacate, se señalaba que lo que en realidad estamos exportando es agua.