GOMEZ12102020

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Educación para la ciudadanía
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- Los contenidos de la educación pública son siempre materia de debate. La experiencia internacional demuestra que, en los distintos países, cada grupo de poder o de interés trata de influir y determinar las orientaciones de lo que se enseña. En ese sentido México no es la excepción.

Desde una perspectiva a largo plazo, la política educativa mexicana se ha ido conformando como resultado del juego de presiones entre los grupos de poder; además, a los planteamientos locales se han ido incorporando los lineamientos de diversos organismos internacionales. Entre 1945 y 1970 se adoptaron los lineamientos de la UNESCO: llevar la educación a todos los mexicanos con la primaria y la secundaria obligatorias; la edición de libros de texto “único y obligatorio” provocó reacciones en su momento. A partir de los años ochenta se empezaron a incorporar criterios de eficiencia con un enfoque economicista, apoyados en los estudios del Banco Mundial y la asimilación de los postulados del Consenso de Washington, ya con un enfoque neoliberal. En 1994 México se adhirió a la OCDE, organismo que se convirtió en la instancia encargada de fijar parámetros y estándares en materia educativa y de realizar la evaluación del aprendizaje de los estudiantes, para medir las competencias con indicadores comparables a nivel internacional. La OCDE fijo la política en educación en 2012: México ajustó, al menos formalmente, el sistema educativo a la educación basada en competencias, centrada sobre todo en la evaluación de docentes y alumnos.

Ahora en 2022, el gobierno dio a conocer un nuevo Plan de Estudios de la Educación Básica y las reacciones críticas en contra se manifiestan de inmediato. En el Plan se adoptan temas y lenguaje que difieren notablemente del enfoque utilitarista del discurso de la educación por competencias. Se trata ahora de construir ciudadanía; una ciudadanía mundial solidaria y un entorno local que se emancipa y desarrolla desde la diversidad:

“La Nueva Escuela Mexicana entiende la educación para la democracia como una formación de capacidades para que niños, niñas y adolescentes ejerzan una práctica social compuesta por el respeto a la legalidad, la auto determinación para hacer visible su influencia en las decisiones en distintas esferas de la vida y el ejercicio de sus derechos civiles, políticos y sociales, así como su participación activa en la construcción del espacio público”.

“Las escuelas son espacios en donde las y los estudiantes, en un proceso gradual, de amplia convivencia y diversidad aprenden valores, saberes, conocimientos y habilidades para ejercer su ciudadanía de manera crítica, activa y solidaria, lo cual constituye el fundamento para construir diversas formas de vida comunitaria”. Se trata de establecer relaciones pedagógicas y escolares libres de cualquier tipo de violencia, abuso y acoso físico, psicológico y sexual.

“La Nueva Escuela Mexicana reconoce el papel fundamental de las maestras y maestros en la construcción de ciudadanía y su condición de intelectuales que convocan al saber en distintos espacios de formación dentro y fuera de la escuela”. La NEM reconoce que el ejercicio de la enseñanza se basa en la autonomía curricular de las y los maestros para decidir su ejercicio didáctico, los programas de estudio y para establecer un diálogo pedagógico con las y los estudiantes.

Al colocar en un punto central la formación para la democracia, en el Nuevo Plan de Estudios se parte de un diagnóstico sobre la forma en las que las niños, niñas y adolescentes comprenden la democracia. De acuerdo con ese diagnóstico: “…aproximadamente cuatro de cada diez (niñas, niños y adolescentes) consideran que la democracia es para elegir gobernantes; tres de cada diez piensan que sirve para resolver injusticias en la sociedad y uno de cada diez considera que es útil para que los gobernantes rindan cuentas”.

En el documento no se plantea ninguna observación para calificar esas distintas apreciaciones sobre lo que es la democracia. Se parte así de una diversidad y no se define un objetivo deseable.

Vale la pena hacer referencia a un estudio pionero (en base a una encuesta) sobre la politización de los niños mexicanos, realizado por el maestro Rafael Segovia, publicado en 1975. En una reseña de ese libro, por Manuel Camacho Solís, se destaca que:

La ocupación del padre tiene un peso fundamental en las orientaciones de sus hijos en cuanto al interés en la política: “entre mayor es el prestigio social del padre, menor es la influencia de la escuela sobre el niño”.

Los niños mexicanos parecen tener una impresión bastante certera de la función presidencial, aunque desde luego no la tienen en cuanto a los instrumentos de la función ejecutiva.

En el campo de la información política se observa también que la profesión del padre tiene gran influencia sobre la cantidad y calidad de información que posee el niño; sin embargo, las distancias se van borrando paulatinamente con la escolaridad.

La participación futura en los partidos políticos y los sindicatos. En este tema llama la atención que: entre mayor es la escolaridad, menor el deseo de adherirse a las organizaciones políticas y sindicales; los hijos de los empresarios manifiestan una actitud anti paternalista en materia sindical.

En lo relativo al nacionalismo y a los héroes patrios destaca que la influencia nacionalista es menor en los sectores más informados, educados y de mayor prestigio social. “A pesar de la influencia cohesionadora del nacionalismo, la realidad en la que viven los niños mexicanos ha propiciado conductas en extremo individualistas. Dentro de este esquema, la mayor aspiración del niño mexicano es asistir a la universidad y convertirse en un profesionista, de preferencia desea llegar a ser ingeniero”.

Concluye Camacho Solís: “En las conclusiones de este capítulo ya aparece una de las grandes debilidades actuales del sistema político, que consiste en que la aspiración tecnocrática prevaleciente en la mayoría de los niños mexicanos se comprueba con los resultados de la encuesta”.

Esta generación de 1975 será la que 20 años después vivirá en el México neoliberal tecnocrático, el de la educación basada en competencias, con un esquema de partidos políticos en búsqueda de identidad; con sindicatos en proceso de alejamiento de la escena política; con un presidencialismo sin contrapesos. Desigualdad y pobreza crecientes.

Convendría realizar un estudio equivalente para conocer cómo piensan actualmente las niñas, los niños y los adolescentes e inferir el futuro.

Segovia, Rafael, La politización del niño mexicano. México, El Colegio de México, 1975.