El recurso de la televisión para hacer llegar contenidos educativos a los estudiantes en su casa, no fue materia de consulta sino una solución de emergencia. Los directivos escolares, sin contar con recursos para operar a distancia, mantuvieron la comunicación con maestros y alumnos, utilizaron los equipos digitales personales y aprendieron sobre la marcha el uso de las plataformas y a programar y celebrar reuniones virtuales.
El regreso a la escuela presencial se ha hecho con todos los cuidados, de nuevo sin recursos extraordinarios para paliar una realidad difícil.
Que se perdieron muchos días, que la actividad virtual fue improvisada e incompleta, que los alumnos se vieron afectados en los aspectos socioemocionales, que la decisión de no reprobar a nadie la tomaron las autoridades educativas, que un porcentaje de alumnos ya no regresó a las aulas. Que los niños y jóvenes aún no recuperan el ánimo festivo característico de niños y jóvenes.
Sin mayores instrucciones, los directores de escuela han puesto ejemplo de disciplina institucional, al convocar a los maestros y alumnos a regresar a las escuelas y al mantener un calendario y horario de trabajo en el ánimo de recuperar la “normalidad”.
En esta coyuntura tan difícil para la sociedad, las familias y las escuelas, los directivos escolares merecen junto con sus maestros el reconocimiento público.
El maestro Roel Guajardo Cantú publicó recientemente un libro que tituló: El director de escuela como líder de proyecto, en el que destaca la nueva realidad que se vive en las escuelas y cómo las tecnologías de la información, si fueran impulsadas por el gobierno y con la debida capacitación de los docentes, servirían notablemente para reducir el peso burocrático de las tareas administrativas que aún persiste,
Dejar que las tecnologías de la información se utilicen al 100 por ciento en las escuelas facilitará que los alumnos se adueñen de estas tecnologías como recurso de aprendizaje y no de mera distracción como hasta ahora.
“Así es que debemos entender –dice el maestro Roel– que no sólo se trata de enseñar contenidos, sino de que los jóvenes alcancen lo que pudiéramos llamar metaconocimiento, es decir, una reflexión, casi de carácter epistemológica, acerca de la forma que van aprendiendo cada tema”.
“En pocas palabras –continúa Roel Guajardo– se trata de hacer realidad un añejo ideal educativo, el de que los alumnos aprendan a aprender y cómo se aprende, si antes este ideal se veía lejano, hoy podemos asegurar que se encuentra a nuestro alcance ya que contamos con las herramientas y los conocimientos para ello”.
La nueva normalidad en las escuelas es aprovechar en pleno las tecnologías de la información, dar al maestro las herramientas didácticas que se requieren e impulsar una nueva pedagogía que promueva el desarrollo integral de niños y jóvenes.
Los directivos escolares bien que pueden liderar el nuevo proyecto educativo, en una nueva normalidad institucional.