GOMEZ12102020

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Escuelas de tiempo completo
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- El coordinador del PAN en el Congreso de CDMX acaba de proponer al gobierno local: “gestionar la inclusión de los más de cuatro mil planteles de nivel básico de la Ciudad de México al programa de Escuelas de Tiempo Completo, para apoyar a las madres de familia que tienen que salir a trabajar”.

Creo que el argumento del legislador panista –ayudar a las madres de familia que trabajan– es válido. Aunque el beneficio de que todas las escuelas fueran de tiempo completo sería, para empezar, para los propios alumnos.

Convendría recordar que en los inicios de la década de los años sesenta, del siglo XX, todas las escuelas de educación básica eran de “turno discontinuo”; esto es: los alumnos y los maestros asistían en la mañana y en la tarde (los mismos maestros y los mismos alumnos, aunque suene a Perogrullo). Al mediodía iban a su casa a comer.

En esa década de los años sesenta (memorable por muchas razones) la tasa de crecimiento demográfico en México era alta y estaba creciendo. El gobierno mexicano se propuso darle educación al 100 por ciento de los niños en edad escolar. Se creó el Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas y ya se había instituido el Libro de Texto Gratuito (en los años cincuenta las familias compraban los libros de texto en las librerías). El servicio educativo privado era muy limitado.

Fue tal el desafío, para cumplir con la meta de dar educación básica (primaria y secundaria) al cien por ciento de la población en edad, que se tomó una decisión que afectaría desde entonces la dinámica escolar y las horas de estudio y recreación. Se estableció la escuela de un solo turno: mañana o tarde.
Sin razón, las escuelas del ámbito privado se adecuaron a la operación en turno continuo.

De cualquier manera, la meta de atención al 100 por ciento se alcanzó lustros después; hasta fines de la década de los ochenta.

En la práctica, se redujo el tiempo efectivo del alumno con su maestro. Se redujo el tiempo de las horas lectivas que se dedicaba a cada materia.

De inmediato se duplicó la plantilla de maestros y de directores de plantel. En el turno matutino actuaban un director y sus maestros y otro equipo en el turno vespertino. Compartir mismas instalaciones y con recursos restringidos no siempre ha sido fácil.

El “Programa de Escuelas de Tiempo Completo” que se estableció en el gobierno del presidente Peña Nieto, se pudo desarrollar aprovechando aquellos edificios escolares en los que el turno vespertino no ocupaba todos los salones; en las que los maestros del turno matutino estaban dispuestos a cubrir un horario más amplio que el tradicional y en los que los padres de familia se involucraban para atender la provisión de los alimentos.

Como sucede normalmente, el Programa funcionó bien en algunos planteles y en otros no. El pago extra a los maestros que atendían el horario ampliado no siempre llegaba a tiempo. Los padres de familia se organizaban con eficacia en muchos casos, pero en otros el carácter voluntario de su participación no tenía continuidad; para no hablar de la calidad de los alimentos.

Desde el punto de vista académico, el uso del horario extendido fue muy diverso. Como no todos los alumnos aceptaban o podían asistir, se decidió que el “tiempo extra” se dedicara a aspectos adicionales al currículo regular, sin que hubiera un seguimiento puntual del aprovechamiento logrado en términos académicos.
La propuesta del diputado capitalino es atendible. Pero sería mejor con un programa de escuelas de tiempo completo articulado en lo académico, con maestros cumpliendo un plan de trabajo curricular y con una organización de los padres de familia que no les tome más tiempo del que puedan aportar.

Todo esto es viable en aquellos planteles en los que no opera el turno vespertino, o en los que hay aulas y talleres libres por la tarde. Estos planteles no equivalen al 100 por ciento, sino mucho menos.

La decisión de política educativa de trascendencia sería la de regresar al turno discontinuo, para beneficio de los estudiantes, con todo lo que ello implica.