Monterrey.- La SHCP dio a conocer hace algunos meses un Programa Especial para la Productividad y Competitividad en el que se presenta un análisis sobre la realidad mexicana con datos interesantes.
México es una de las naciones que presenta mayores contrastes en el Mundo, se pasa de la opulencia a la pobreza extrema en un mismo territorio. El porcentaje de la población en condiciones de pobreza que (en 2018) vivía en la región sureste era del 54.9 por ciento. En la región noroeste fue de 27 por ciento.
En 2019 el 76.6 por ciento de la población urbana era usuaria de Internet, mientras que en las zonas rurales sólo lo era el 47.7 por ciento. Esto determina el acceso a educación, capacitación, comercio digital, servicios financieros, etc.
Las políticas públicas para reducir la desigualdad no han sido suficientes o eficaces, más de 50 millones de personas viven en condiciones que no les permiten “salir adelante”.
México es uno de los países con jornada laboral más larga. En promedio, la población ocupada trabaja más de 40 horas a la semana; mayor a la media de los países de la OCDE. La falta de oportunidades de trabajo, con mayor productividad y salarios mejor remunerados, ha reducido la rentabilidad de la inversión en educación.
Los horarios laborales se traslapan con los de la vida doméstica y el cuidado de las personas dependientes o enfermas. La escuela en casa, motivada por la pandemia, ha resultado en una pesada sobrecarga para las madres, al tener que apoyar a sus hijos con el seguimiento de clases y tareas.
Se observa una muy baja participación de los jóvenes y las mujeres en el mercado laboral. El “mercado laboral” se caracteriza por una alta informalidad de los empleos y empresas (con bajos salarios y sin prestaciones); falta de competencias laborales y exclusión por cuestiones de identidad.
Más de la mitad de la población que tiene un trabajo se ocupa en un empleo informal. Son más las mujeres que se encuentran en esta condición que los hombres.
Ha aumentado el número de jóvenes que no estudian, no trabajan y no reciben ningún tipo de entrenamiento. Es un fenómeno que también se observa en los países de la OCDE, a pesar de que tienen niveles más altos de educación formal.
De acuerdo a datos de la OCDE, en el 2018, en México sólo el 39 por ciento de la población entre 25 y 64 años había terminado la educación media superior (en Colombia era el 55 por ciento y en Argentina el 63.6 por ciento). En el mismo grupo de población, en México, sólo un 18 por ciento había terminado la educación superior.
La evaluación educativa que hace la OCDE, mediante la prueba PISA, que se aplica a jóvenes de 15 años, muestra un rendimiento académico muy bajo de los jóvenes mexicanos. En la aplicación de 2018, en lectura, el 45 por ciento de los jóvenes se ubicó en el nivel 1, el de más bajo desempeño. En ciencias el 47 por ciento. En matemáticas el 56 por ciento. Sólo el uno por ciento de los estudiantes obtuvo un desempeño alto en matemáticas, que se compara con un 21 por ciento de los jóvenes coreanos. Desde que se aplica la prueba PISA, hace casi veinte años, México se ubica en los últimos lugares.
Con la firma del T-MEC -el tratado comercial de México, Estados Unidos y Canadá- se establecieron más altos niveles de contenido regional en los productos que se fabriquen y comercien en la zona. Eso representa un desafío y una oportunidad para México.
Entre 1993 y 2018 la productividad de la industria manufacturera decreció un 0.4 en promedio cada año.
La innovación tecnológica es uno de los factores que inciden mayormente en la capacidad productiva y competitiva. En el 2019, sólo el 5 por ciento de las patentes otorgadas por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial fueron para mexicanos. La UNAM, el IPN y la UANL, fueron las instituciones con mayor participación.
En el 2017 sólo el 16.8 por ciento de las empresas desarrolló alguna actividad que se puede calificar de innovación. La mayoría empresas de propiedad extranjera. Con fondos públicos se apoyó a la innovación en el 26.9 por ciento de las PYMES; este mismo dato fue de 50 por ciento en las PYMES en Corea.
Se registra un bajo nivel de competencia en sectores que son estratégicos para el desarrollo nacional: agroalimentos; telecomunicaciones, gas y transporte. En el sector financiero existe un alto nivel de concentración y una alta rentabilidad asociada con competencia monopolística. En el sector energético hay un bajo nivel de competencia en la cadena logística. En ferrocarriles hay grandes áreas de oportunidad: baja conectividad entre las redes ferroviarias, se desperdicia la red y se generan altas tarifas. El 72.3 por ciento del total de vías férreas es controlado por dos empresas, las que fijan los precios al derecho de paso.
En estas condiciones la desigualdad crece, el rezago educativo se incrementa, los empleos son precarios (a pesar de los aumentos al salario mínimo en los dos últimos años), las mujeres están en desventaja en cuanto a oportunidades para su desarrollo, no hay programas de capacitación ni para individuos ni para pequeños empresarios, el acceso al crédito el limitado y caro.