Monterrey.- De entre las instituciones creadas en el siglo XIX, para dar curso a las sociedades y economías nacionales, que estaban surgiendo entonces, la escuela es la institución que ha mantenido por más tiempo las formas, las prácticas, las aulas y la disposición y función de alumnos y maestros y los fines.
Ahora con la pandemia, los edificios escolares están vacíos y el servicio educativo presencial se ha cambiado por el servicio educativo a distancia vía Internet.
Las formas, las prácticas, la manera de evaluar están cambiando. Hay quienes quieren ver en esta circunstancia el germen de una nueva “escuela”, una nueva forma de educar, que se corresponde con la imagen del trabajo desde casa; la nueva forma de realizar el trabajo.
Habría que distinguir, diferenciar, las formas del fondo.
La educación se puede entender en por lo menos tres diferentes funciones sociales. La primera es apreciar la educación como una política de estado. Brindar a los individuos la posibilidad y la obligación de educarse se impone como un derecho humano. La educación es un servicio de interés público, un asunto de justicia social. Son los individuos, quienes integran la nación, el origen y sentido de la convivencia y su bienestar, un propósito colectivo. Si mejoran las capacidades individuales mejora la Nación. Las escuelas son instituciones públicas y la profesión docente se establece como una profesión de estado. Los maestros son servidores públicos.
La segunda acepción, es entender a la educación como política pública: una acción de gobierno. La educación es un servicio público; debe formar a los ciudadanos y dotarles de las habilidades para que contribuyan mejor al esfuerzo colectivo. Los individuos como recurso humano. Se comparte un proyecto nacional, que unifica a los individuos en torno a valores nacionales. El servicio educativo lo prestan instituciones públicas y privadas; se desarrollan diversas formas de pensamiento. La profesión docente se desarrolla en normales públicas y privadas; el profesor ofrece un servicio profesional.
La tercera forma de entender a la educación es como un bien con valor en el mercado. La educación es un servicio regulado por el estado; éste fija las normas, las cuales son válidas y observables en escuelas publicas y privadas, sobre todo en la educación que se considera básica o de cobertura universal. La educación de los individuos se plantea como una forma de desarrollo de capital humano; un capital individual. Las profesiones son libres y responden a la demanda del mercado. La formación docente se entiende como otra profesión, ligada a la educación básica.
Ahora, ante la realidad de la pandemia, se proyecta un futuro en el que la informática y las habilidades digitales (con el entendimiento de las redes sociales, de la robótica y de la inteligencia artificial) serán las que orienten y maticen el desarrollo de la educación. Esta visión responde a la perspectiva de un mundo globalizado, en el que los países y naciones se colocan en una misma posición. Es el planteamiento de una solución única.
En esas proyecciones, se prevé que el ritmo de innovación en las tecnologías de la información que imponen las empresas transnacionales se proyectará más directamente en el servicio educativo. En correspondencia con el ritmo de innovación tecnológica que ya se está dando en el ámbito productivo y de los servicios.
La revolución tecnológica 4.0 implica, sin embargo, la desaparición de millones de empleos en el Mundo y la creación de nuevas ocupaciones. Esta revolución tecnológica no impactará de igual manera a los distintos países y también de manera diferente a las regiones al interior de los países. Así que la respuesta desde la educación no tiene porqué ser única y uniforme.
Se proyecta también que el trabajo desde casa será la opción más asequible. Lo que implica modificar sensiblemente las funciones sociales e individuales de la casa-hogar. En ese mismo sentido se privilegia la educación a distancia, dejando de lado que en la realidad socio-económica actual la integración de la mujer al esfuerzo productivo implica que el cuidado de los niños o adolescentes se ha trasladado a la escuela.
Lo que se reconoce por los especialistas (como José Antonio Marina) es que hay una “norma común” en la escuela y la empresa, y la sociedad en general, que es la ley del aprendizaje. “Toda persona, empresa institución o sociedad necesita aprender, al menos, a la misma velocidad a la que cambia su entorno para sobrevivir; si además quiere progresar, necesitará aprender a mayor velocidad. Quien no aprenda suficientemente rápido se va a quedar marginado”.
El mismo filósofo señala: “Tenemos que educar a las personas para que dominen ellas la red, en lugar de que la red las domine a ellas. La red, que en un primer momento nació para ampliar horizontes, lo que está haciendo es ampliar burbujas. Hay que fortalecer la capacidad de decisión y de reflexión. El pensamiento crítico es la mejor vacuna que tenemos”. Se debe seleccionar muy bien qué es lo que tenemos que aprender, que sean cosas que permitan conocer otras cosas. Es necesario asegurar, en los sistemas educativos, que cada persona sepa lo suficiente para comprender e interpretar la información; que pueda discernir entre información y propaganda. No vale nada tener mucha información si no se la comprende.
Ante el pensamiento lineal que plantea la globalización informática y su impacto en el ámbito productivo, hay que destacar que los sistemas educativos nacionales y regionales tendrán que repensar cuales son los saberes y conocimientos que deben desarrollar sus alumnos y la forma más eficaz de lograrlo.
Aún en el siglo XXI, los conceptos de estado, nación, sociedad, cultura e identidad nacional, valores, se mantienen como referentes específicos de los países y las comunidades nacionales. El sistema educativo tiene que ponerse al día para desarrollar en los alumnos las capacidades y competencias que les permitan participar activamente en el mundo actual, sin dejar de cumplir con sus funciones de socialización de los educandos.
Lo que es un rezago importante es la falta de cobertura de conectividad a la Internet en buen parte del país. El sistema educativo no está debidamente equipado con equipo informático. Y en lo tradicional, las evaluaciones internacionales muestran, desde hace lustros, que los alumnos de 15 años tienen serias deficiencias en el manejo de las matemáticas, los lenguajes y las ciencias naturales. México está lejos de la incorporación a la sociedad digital.