Monterrey.- La lógica del capitalismo es la del crecimiento económico constante. Una desenfrenada carrera por la acumulación. Cualquier otra condición es no deseable, insostenible. Otro aspecto íntimamente asociado es el de la especulación, la que se asocia al juego en las bolsas de valores y que se basa en una prospectiva de lo que puede pasar en el mercado a corto plazo.
El corto plazo es el que importa. La viabilidad de cualquier negocio debe mostrarse con ganancias a corto plazo. En el largo plazo, decía el libro de texto, todos estamos muertos. Invertir con la mirada en el largo plazo no es opción rentable. Eso en todo caso se le ha dejado como tarea al Estado; que corra el riesgo, invirtiendo con el dinero de todos.
Por ello es que los temas de fondo de la agenda global, como el cambio climático o la limpieza de los océanos, no son de interés para los capitalistas. Tampoco lo son los temas cuya atención implica modificar patrones culturales; o sea los modos de comportamiento del individuo en sociedad, porque son procesos lentos.
En el manejo de la actual crisis de salud y económica se está presionando todos los días para que se aplique la visión cortoplacista. La urgencia con la que los países europeos quisieron regresar a una “nueva normalidad”, que significa “convivir con el virus”, se justificaba en razón de la pérdida de empleos pero sobre todo por la quiebra de los negocios. Los “rebrotes” de la pandemia están mostrando ahora que la “convivencia con el virus” es un asunto de alto riesgo.
Los europeos quisieron regresar de inmediato a hacer lo mismo que venían haciendo; el mismo tipo de convivencia; el mismo tipo de actividades, de recreación colectiva; la misma práctica social.
Desde distintas perspectivas se está planteando la necesidad de cambiar el modelo económico y las prácticas sociales impulsadas con el modelo neoliberal. Es el modelo y las prácticas sociales “tradicionales” las que crearon el medio ambiente favorable a la expansión acelerada del contagio y a la exposición de la población en riesgo sin ninguna barrera institucional.
El modelo de salud sustentado en la industria químico-farmacéutica eliminó del mercado a las demás opciones de salud. Se impuso en las escuelas de medicina, al igual que el enfoque neoliberal en las escuelas de economía. Un solo enfoque dominante, que dejó de lado la medicina preventiva en favor de la curativa.
Así que si queremos mejorar nuestras expectativas de salud habría que cambiar el enfoque y el modelo de la salud. De igual forma se está planteando cambiar los patrones de alimentación, desechando los alimentos industrializados que provocan obesidad y otras complicaciones asociadas. Se ha demostrado que un buen régimen alimenticio da las bases para un organismo sano.
Algunas instancias empresariales ya han planteado que habría que cambiar el modelo de capitalismo actual, por uno que sea “socialmente responsable”. Esto tiene que ver con el mejor trato a los trabajadores, el salario y las prestaciones, como también reducir las emisiones contaminantes y mejorar el medio ambiente. En ese mismo sentido las voces de alerta se han dado en torno a los esquemas de seguridad social y sobre todo las jubilaciones; el régimen de las cuentas individualizadas de las Afores no ha dado los resultados que se prometieron.
El propio Papa Francisco ha propuesto el cambio de modelo económico. Modificar para mejorar la convivencia entre los seres humanos. Un mayor respeto por la vida de los semejantes.
Así que estar presionando para regresar a lo mismo que hemos hecho en las últimas décadas no es lo deseable. Mientras no haya una vacuna efectiva contra el Covid 19 la opción de “nueva realidad” sólo va a provocar más brotes y rebrotes.
Las propuestas de cambio se ubican en el ámbito global, no son soluciones para un país en específico. Es necesario impulsar una visión común a nivel internacional para que la humanidad oriente sus esfuerzos en nuevas direcciones.
El sistema educativo es el mejor instrumento para que, desde abajo, desde la niñez, se empiece a formar una nueva mentalidad, una nueva cultura de la solidaridad, una convicción de que la humanidad debe cambiar su manera de entender la realidad, si no queremos caer y recaer en las crisis económicas y en las crisis de salud. La educación tendría que cambiar.
Las expectativas que genera el tremendo avance de la cibernética, con la robótica y la inteligencia artificial, son herramientas que pueden utilizarse para el cambio de cultura social. En lugar de orientarse por la persecución de la ganancia y la eliminación de la mano de obra en los procesos productivos, habría que utilizarlas para mejorar las condiciones de vida de la humanidad. No hay una única línea de desarrollo tecnológico. El futuro no sólo es el hombre biónico de Yuval.
Es una tarea a largo plazo que se debe empezar a desarrollar desde ahora. En medio de la pandemia.
¿Regresar, a lo mismo?
Las agendas electorales del próximo año deberían incorporar primeros pasos a nivel local y nacional en la dirección deseada, o van a ser ¿más de lo mismo?