Monterrey.- La crisis sanitaria provocada por la pandemia del Covid 19 ha repercutido necesariamente en las actividades económicas y en la convivencia social en todos los ámbitos.
En el afán de dar continuidad a la “vieja normalidad” una de las actividades sociales que han provocado reflexión y debate es el de la educación. Hay quienes propugnan que los niños deben regresar a las escuelas ya que en ese rango de edad no se estiman mayores niveles de contagio (cosa que no es cierta); sin considerar que los maestros y todo el personal que hace funcionar las escuelas si se encontrarían en riesgo.
A falta de una estrategia global contra el contagio –grave omisión de la Organización Mundial de la Salud– en cada país se han tomado las acciones que mejor le han parecido al equipo en el gobierno. Hace unos meses la pandemia en Europa provocaba una verdadera tragedia y sin que el problema sanitario estuviera resuelto -por la presión de la caída en las actividades económicas- se decidió la reapertura de fábricas y negocios y hasta actividades de entretenimiento. Los llamados “rebrotes” del contagio se empezaron a manifestar necesariamente.
El hecho es que mientras no haya una vacuna o un tratamiento efectivo lo único posible es el cuidado extremo y la observancia de la sana distancia, el frecuente lavado de manos y el uso del cubreboca. Reducir el riesgo de contagio es la única estrategia válida. Aguantar la presión de los negocios no esenciales aceptando que la presión de cuidar vidas tiene un peso mucho mayor; los negocios se recuperan pero las vidas no.
Quienes critican el camino tomado por la SEP –de las clases por televisión– ejercen críticas válidas respecto de la efectividad del aprendizaje en un ambiente no “supervisado” por un maestro o bien cuestionan la calidad de las producciones de los materiales educativos. Pero no hay de otra. Estamos hablando de soluciones posibles en un ambiente de crisis económica y social.
También están quienes señalan la condición de atraso en el uso de las tecnologías de la información digitales y la falta de equipo en los hogares mexicanos. La denominada “brecha digital” entre países la anticipó la UNESCO desde hace veinte años; lo que vemos en México en la actualidad es la brecha digital al interior de la sociedad nacional; es el producto de la desigualdad en los ingresos y el nivel de pobreza de un porcentaje alto de la población y de las familias. Si no tienen para comer menos para la Tablet o la “Compu”.
En las críticas a la solución de la SEP no se hace referencia a los proyectos fallidos de los últimos tres gobiernos nacionales para equipar escuelas y dotar a los alumnos de dispositivos electrónicos. Esa historia de intentos fracasados es la que está pesando ahora ante la emergencia de la contingencia sanitaria. Y no sólo es falta de equipo en las familias sino también de cobertura del servicio de Internet; otro ámbito de fracaso del gobierno.
Hay que concentrarse en lograr controlar y bajar los niveles de contagio, salvar vidas humanas y buscar acelerar el acceso a una vacuna. Lo demás es un febril deseo de regresar al mundo de la vieja normalidad.