Así inicia el capítulo 6 de la obra de Viri Ríos: No es normal, (Grijalbo, 2021).
Si se compara con la situación de los trabajadores en los países que integran la OCDE, los mexicanos reciben la mitad: México es el peor entre 35 países. En el continente americano, sólo Panamá y Trinidad y Tobago le dan menos a sus trabajadores que México.
Todas las empresas de México, independientemente de su tamaño, le dan muy poco al trabajador. La mayoría de los empresarios argumentan que es “muy riesgoso” hacer negocios en México y para que valga la pena se tienen que quedar con una porción más grande. Sin embargo, hay múltiples países más riesgosos que México (como Bolivia y Turquía) que les reparten más a sus trabajadores.
El hecho es que la gran mayoría de los trabajadores mexicanos tienen muy pocos lugares en donde trabajar. No sólo hay pocos lugares donde trabajar, sino que hay pocos trabajos para el tamaño de la población. En los últimos 24 años, los mexicanos en edad de trabajar han aumentado en 29 millones, mientras que los puestos de trabajo formales solo en 10 millones. “Con tan pocas oportunidades de empleo, el empresario puede aprovecharse de los trabajadores y no darles su justa parte”.
Pero hay también una razón de política pública; los “gobernantes y sus economistas” le han apostado a que México se convierta en la mano de obra barata del mundo y por ello no han creado condiciones para que el trabajador exija su parte. “En vez de crear trabajadores empoderados, especializados y con experiencia, el Estado buscó atraer inversiones a las empresas de maquila barata”.
Como la estrategia ha sido la de exportar, la demanda de consumo interno que se deriva de los salarios del trabajo, no representa mayor interés para el gobierno ni para las empresas. Pero tampoco para los gobiernos neoliberales: “Optaron por crear pobres con trabajo con la ilusión de que eso era mejor que tener pobres sin trabajo”. “Así, mientras que en 2002 China era el maquilador pobre del mundo, con salarios de 299 dólares mensuales, para 2016, México ya pagaba la mitad.”
“De 1987 a 1997 los gobiernos de De la Madrid, Salinas y Zedillo utilizaron pactos para mantener los salarios bajos. Así fue como el salario mínimo cayó de 243 pesos al día en 1983, a 110 pesos en 1994” (precios de 2021). “Para 1999 el salario promedio en México ya era tan bajo como el que existía durante el porfiriato, antes de que estallara la Revolución mexicana”. “Para el 2016 el salario era de 90 pesos y no alcanzaba ni para que el empleado comiera, algo impensable incluso en la época prerrevolucionaria”
Aún así, hasta pleno 2016, el “gobierno y sus economistas” continuaban argumentando que los trabajadores debían ganar poco para que los precios no aumentaran. Ese fue un dogma sin sentido, que se mantuvo en el discurso neoliberal por décadas.
“México es un país en el que los de ARRIBA se quedan con mucho, la clase media está en peligro de extinción y los trabajadores en muchas ocasiones no tienen ni para comer”.
México no puede seguir ofreciéndole al Mundo solo mano de obra barata. Es falsa la idea de que basta con lograr que la economía crezca (lo cual tampoco se ha logrado) para mejorar las condiciones de vida de las personas. Aún y cuando la economía creciera mucho, eso no supondría que las condiciones de las familias de trabajadores mejoren.
Es necesario cambiar el paradigma con el que se han manejado gobierno y empresarios, a partir de la fijación de salarios mínimos dignos. De 2016 a 2021, sobre todo en el gobierno de AMLO, se logró un incremento del 69% y eso no provocó ninguno de los aumentos en precios que el Banxico decía que sucederían. La inflación que se presenta a mediados de 2022 responde en mucho al entorno y crisis internacional.
El nuevo paradigma debe lograr que la economía crezca creando buenos empleos. Mejorar los sueldos de los trabajadores ayudaría a incrementar la economía porque aumentaría el poder adquisitivo y fomentaría el mercado interno y a las empresas que producen bienes de consumo.
El problema real es que los trabajadores no están organizados para demandar que sus aumentos en productividad se traduzcan en mejoras salariales. “Lo que los trabajadores necesitan para subir sus salarios no es sólo ser más productivos; es tener el poder”.
Se requiere una nueva organización laboral que promueva: a) un sistema de salud universal, que otorgue servicios de salud a todos los mexicanos, independientemente de si trabajan o no, que se financie con el cobro de impuestos a los más ricos; y b) salarios dignos que reflejen el valor real del trabajo y una mejor distribución del valor generado en las empresas. También es necesario un sistema de pensiones que realmente cubra las necesidades de las personas jubiladas
(* Este texto refleja, en su mayor parte, las ideas de Viri Ríos. El libro es producto de un excelente trabajo de investigación académica; los juicios se sustentan en información estadística y estudios avalados por organizaciones e investigadores.)