Monterrey.- Ayer 10 de marzo, en redes sociales circularon una cantidad abrumadora de denuncias públicas en forma de posts, imágenes y audios de mujeres estudiantes acerca del clima de violencia y amenazas que se estaba viviendo en distintas dependencias de la UANL, acentuadamente en escuelas preparatorias. Aunque no podemos asumir que todo lo publicado en redes sociales es verdadero, sí aseguramos la existencia del malestar acumulado por generaciones de alumnas acosadas por profesores y alumnos, quienes hoy dicen “ya no”.
Por tanto, en sororidad con las alumnas de todos los niveles, exigimos que las autoridades de la UANL escuchen a sus alumnas y atiendan esta añeja demanda. Este problema de violencia sistemática no se resolverá metiendo policías a vigilar, sino escuchando a sus alumnas. Urge la escucha. Urge decirles: “Sí te creo”.
Esta escalada de violencia sucede justo después de un par de días en que las mujeres de este estado tomamos por miles las calles el martes 8, subrayando que el contingente mayoritario de manifestantes fueron jóvenes mujeres menores de edad; y el miércoles 9 distintos espacios laborales y educativos –incluida la UANL– se sumaron al “9 Nadie Se Mueve”. El evento de quiebra y quema en el palacio de gobierno, que no es más que otro tipo de protesta, no alcanza a desvirtuar el cambio social que nuestra ciudad vive desde hace unos años: las mujeres están andando por caminos que el pensamiento patriarcal no logra acomodar en su lógica, ni debemos esperar que suceda.
Entonces nos preguntamos, ¿no es acaso la Universidad Autónoma de Nuevo León, en tanto institución pública consagrada a la educación superior, a la investigación y a la difusión cultural, la más interesada en conocer y dar seguimiento a tan históricos tiempos que vivimos? Parece que no.
Quienes firmamos somos universitarias y universitarios que ya no estamos en los campus como trabajadoras o estudiantes, pero vemos con seria preocupación el desdén con el que las autoridades universitarias descalifican las denuncias de acoso, las expresiones de denuncia, las amenazas contra sus estudiantes, e incluso algunas notas periodísticas . Ante esto, ¿a una universidad que cultiva la investigación social, le basta con decir “no es cierto”?
Asumimos que una institución como la UANL está obligada a escuchar el reclamo que miles de estudiantes, e incluso padres de familia, le están haciendo en sus propias redes sociales. Baste el ejemplo de la página de Facebook de la UANL, en la se publicó un comunicado desmintiendo todo peligro e inseguridad en las aulas universitarias, al cual reaccionaron más de 27 mil con un “me enoja” de un total de 31 mil. Si UniiGenero, dirigida por sociólogas, leyera los casi 5 mil comentarios allí expuestos, o las denuncias de acoso sexual que por años se han acumulado es sus escritorios, bastaría para saber que cerrar los ojos a una realidad no resuelve ningún problema.
La mayoría de los comentarios son tan claros como este:
“Por qué la primera respuesta de las denuncias en la institución sobre los profesores abusivos es que no pueden basarse en las palabras de las víctimas?, cuando es un tema bastante delicado y serio como para prestar atención sobre los abusadores y no criticando a las víctimas, qué vergüenza.”
Exigimos a las autoridades de la UANL que escuchen a sus alumnas y atiendan la cantidad abrumadora de demandas de acoso sexual en sus instituciones.
Monterrey, 11 de marzo de 2022
* Lylia Palacios Hernández, catedrática jubilada de la UANL.
- María Zebadúa Serra, catedrática jubilada de la UANL.
- Raquel Treviño Lomas, ex alumna de Biología.
- María Belmonte Vega, ex alumna de Filosofía y Letras.
- Erika Charles Niño, ex alumna de Filosofía y Letras.
- Michelle Monter Arauz, ex alumna de Filosofía y Letras.
- Elided Hernández Acosta, ex alumna de Arquitectura.
- Roberto Villanueva Gutiérrez, catedrático jubilado de la UANL.
Colectivos en solidaridad:
- Colectiva Restauradoras con Glitter.
- Académicxs de Monterrey 43.