Al ser sorprendida saludó sonriente a transeúntes y periodistas que estaban sobre la calle Correo Mayor y se dispuso a entrar a Palacio para conversar con el presidente López Obrador. Una visita que, aunque sorprendente para algunos, no sería rara entre compañeros de partido si no fuera porque se iban a encontrar en un periodo de precampañas: uno es presidente de la República; y la otra, quien será candidata presidencial del oficialismo.
Esto significa de acuerdo con nuestras tradiciones políticas que el encuentro es políticamente incorrecto, mas no ilegal. Entonces, más allá del gusto de encontrarse dos camaradas y conversar sobre familias y achaques, como dijo el presidente López Obrador, lo fuerte de la conversación seguramente fue sobre los temas de la coyuntura política y, mejor, los que podrían estar inquietando a la visitante, porque están como la mosca que zumba en un oído.
Un asunto que está en la esfera mediática y política que podríamos reducirlo a una pregunta escueta: ¿qué hacer con Marcelo Ebrard?
Quien, recordemos, está de regreso en Morena, exigiendo el derecho a tener una corriente y su cuota de poder para él y los suyos, por haber sido el segundo lugar en las “encuestas” que definieron a quien ocuparía la coordinación nacional de la 4T y sería el candidato presidencial de la coalición.
No es necesario pensar mucho para concluir que Claudia no quiere a Ebrard en su campaña y, mucho menos, como líder de una corriente política en el “movimiento” que, está claro, estaría haciendo ruido permanentemente y buscando atraer los reflectores para su liderazgo.
Claudia por razones obvias quiere tener todo el partido, toda la coalición, lo que es políticamente correcto en una candidatura presidencial, pues las corrientes terminan por ser un estorbo antes que una ayuda.
Sin embargo, hay jerarquías, está obligada a convencer a López Obrador, quien hasta hace poco se refería a Ebrard como su “hermano”, porque entre otras cosas le debe el favor de una candidatura presidencial, luego de su sacrificio en 2012 y, mejor, una vez convenciendo al presidente que acepte una propuesta sustituta para el Senado.
Y es que los acuerdos que firmaron los aspirantes en el restaurante El Mayor del Centro Histórico contemplan posiciones para aquellos que habiendo participado no hayan ganado la elección interna.
Una de ellas es el liderazgo del Senado de la República, que en caso de alcanzar la mayoría le toca al segundo más votado, y este fue Marcelo Ebrard, quien ha estado en una postura beligerante desde que se dio a conocer el resultado.
Congruente con esa postura, no asistió al acto público donde se dio a conocer oficialmente que Claudia Sheinbaum sería en lo sucesivo la Coordinadora Nacional para la defensa de la 4T; y luego de eso, este estuvo enviando mensajes cruzados con un fuerte olor a chantaje político y eso terminó convirtiéndose en un bumerán que ha estallado en su rostro.
El problema de Marcelo es que ya no tiene nada para el chantaje, y es que finalmente no fue el candidato presidencial de MC. ¿Acaso lo de Samuel García fue una jugada maestra del presidente a cuatro bandas? No lo sé, pero allí están sus efectos tangibles.
Uno, en lógica pura, la circunstancia pondría candidato presidencial a MC que terminó postulando como (pre) candidato al gobernador nuevoleonés Samuel García [que ya se retiró de la contienda]; dos, deja huérfano a Marcelo, quien se quedo sin el pan y sin la torta; tres, con el voto dividido [el candidato de MC] le restará a Xóchilt Gálvez votantes opositores, especialmente entre los jóvenes de la clase media; y cuatro, en un escenario de fragmentación electoral a tres presidenciables, favorecería a una Claudia que está hiper demostrado su ausencia de carisma.
Y por eso seguramente Claudia va a Palacio Nacional a escuchar al presidente López Obrador, saber de primera mano qué decisión va a tomar con respecto a Marcelo. ¿Seguirá manteniendo su apoyo cuando ha zigzagueado y vale poco, hasta podría ser ya un político marginal y hazmerreír de sus detractores?; ¿o de plano lo va a dejar (o ya dejó) en la intemperie política?
Pronto sabremos la respuesta. Por lo pronto el avance que Claudia dio fue presentar a su equipo de campaña, donde están los otros excandidatos a la coordinación nacional de la 4T, excepto Marcelo, que aceptó, pero con uno de sus más cercanos colaboradores lo que fue rechazado, lo que indica que no termina la “cicatrización”.
¿Esto se debe interpretar como una decisión consensuada con el presidente, de manera que lo van a ir dejando por la deslealtad quien, para muchos, fue el que definió realmente el resultado de la contienda interna?
Será que, ahora sí, Claudia empieza a tener el bastón de mando de la 4T, que por cierto está abollado por algunas decisiones que se han tomado en Palacio Nacional y que afectan la imagen de independencia que necesita tener Claudia frente al presidente, y que es un flanco débil, que Xóchilt Gálvez aprovecha siempre que tiene oportunidad, como sucedió recientemente por la ausencia de la morenista en esta edición de la FIL de Guadalajara.
No creo que el presidente López Obrador suelte el control de la sucesión, y eso es parte de las reglas no escritas que Claudia Sheinbaum está acatando a pie juntillas. Sabe que eso brinda frutos y que cualquier indisciplina podría causarle un tropiezo y, por supuesto, no quiere sufrirlo, por lo que sacrifica su imagen en aras de permanecer en sintonía con su mentor político.
Sin embargo, hay un dato que aparece cuando va cayendo la noche, y tiene que ver con que Omar García Harfuch, el frustrado candidato morenista a la Ciudad de México, será el precandidato único para el Senado de la capital del país y esa noticia, aparece también, después de la visita a Palacio Nacional.
García Harfuch, ¿coordinador de la bancada morenista en el Senado de la República? Si es así, Ebrard tendrá que volver a París.
Al tiempo.