Mérida.- Es interesante lo que está ocurriendo en el país. Mientras en cada partido de los que participaron en las elecciones integrando la coalición Fuerza y Corazón por México se lamen las heridas, se encaran unos a otros, se injurian entre sí, hablan de formar nuevos partidos y se pegan hasta con la cubeta –cuando en la víspera no cesaban en sus arrumacos– afuera, casi solo, el aliado que durante tanto tiempo los estuvo estimulando para que siguieran con su intento de recuperar el poder, esto es, los ministros de la Corte, encabezados por Olga Piña, claman en vano para que se organicen de nuevo y vayan en su auxilio.
No tienen tiempo. Se están dando con todo lo que tienen a su alcance. Es un espectáculo el que escenifican. Los “chuchos” del perderé, cuya desaparición es inminente, subidos en los tablones que quedaron de su endeble barco después del naufragio, y con la vista perdida en un horizonte carente de huesos como los que royeron durante años, convocaron a formar un nuevo instrumento de succión de recursos públicos.
Todavía no les entregan el acta de defunción del cadáver de su insepulto engendro y ya están creando otro, fieles al viejo pensamiento de que “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”. El sábado 5 de julio, en un lugar semivacío, un gimnasio de Ciudad de México, hicieron el intento.
Fue en vano. Sus líderes, el viejo perredista, Guadalupe Acosta Naranjo, que es, a la vez, líder de un grupo que se hace llamar Frente Cívico Nacional (integrante de la serie de pequeños satélites grupusculares creados para girar alrededor del armatoste inventado por Claudio X. González, llamado Marea Rosa); el falso defensor de derechos humanos Emilio Álvarez Icaza, el panista Gustavo Madero Muñoz y varios más, casi se quedan solos.
No lograron reunir más que a unos cuantos, que ni siquiera iban con la intención de secundarlos en su incierta aventura, sino a “solidarizarse” con ellos. El espectáculo de sillas vacías fue el símbolo de su fracaso. Llamaron a una nueva reunión a celebrarse en varios meses.
En el PAN tampoco cantan mal las rancheras. Están ahora enfrascados en la rebatiña de los cargos directivos partidistas que se renovarán en unos días. Y como instrumento de combate, no desdeñan el insulto mutuo, la injuria a flor de labio, el ver cómo se hieren mutuamente más. Al pobre Markito (Cortés) lo traen por la calle de la amargura.
Primero Javier Lozano, el impresentable “Saco de Pus”, asistente asiduo al programa de Carlos Alazraki, seguidor este de Joseph Goebbels –el ministro de propaganda de Adolfo Hitler–, en el canal de Youtube, llamado Atypical TV, le reclamó por no haber defendido a García Luna cuando, en la campaña, el adversario lo atacaba, pese a ser “uno de los nuestros”; a lo que el aun dirigente del PAN sólo acertó a responder: “es que no era panista, Javier, no era panista”.
“No importa que no fuera panista, trabajó para un gobierno panista”, le contestó, echando espuma por la boca, el ex secretario del Trabajo de Calderón; mientras, expectantes, sus contertulios, otros impresentables, serios, los oían.
Horas después el mismo comandante Borolas en persona arremetía contra Marko, y este le contestaba, ambos en la plataforma X. “La caída del PAN tiene una explicación muy clara –abrió fuego el ex presidente–, sus dirigentes, especialmente el actual, Marko Cortes, se han servido con la cuchara grande. 6 años en la dirigencia y solo cubrió el 39 por ciento de representantes de casilla. ¿Qué hizo en 6 años, aparte de agandallarse las pluris y las notarías?”
El segundo sacó sus bolas de lodo también y le respondió: “Explícanos por qué la peor caída de votación para Acción Nacional en la historia fue cuando fuiste presidente, dejando a nuestra candidata en tercer lugar”; y lo increpó: “Aprovecho también para pedirte que nos expliques qué pasó con García Luna, porque sin tener ninguna responsabilidad, al PAN eso le provocó un enorme daño en la campaña; y lo remató: “¿tú no te enterabas de lo que pasaba en tu gobierno, o lo consentías?”.
En el PRI, los reclamos han degenerado en un escándalo mayúsculo, por la pretensión de don Perpetuo, conocido como Alito, de quedarse con lo que queda de un edificio en ruinas, del que todo huele a podredumbre y a un paso de caerse. Gánster por los cuatro costados, el Alito madrugó a viejos lobos de la manada antediluviana, en cuya compañía anduvo hasta que la vida los separó. Más vivo que un gato, no bien había terminado el anuncio oficial del estruendoso fracaso a que condujo, mediante el cinismo, la farsa y el engaño a sus clientelas electorales, cuando ya, con su acostumbrada sonrisa cínica en los labios, estaba urdiendo su siguiente trampa.
Al campechano se le encendió la lengua cuando llegó el momento de ajustar cuentas a los que se oponen a que se quede con los oxidados tornillos, el velamen roto y las ratas que todavía deambulan en la destartalada nave que condujo y que, con entusiasmo de sepultureros, entre todos, tirios y troyanos, llevaron al cementerio; repartió acusaciones temerarias que antes calló cuando sus ahora adversarios internos eran sus cómplices.
“Allá afuera, estos que se dicen que participaban en el PRI, una bola de cínicos, de lacayos, de esquiroles al servicio del gobierno y de sus intereses, que quieren romper la unidad a cambio de impunidad. Pero quiero compartirles a todos: ellos fueron el peor lastre para nuestro partido, ellos estuvieron al frente cuando castigaron al PRI con el Pemexgate, hay militantes del PRI vinculados al asesinato de nuestro candidato presidencial, y eso le costó al PRI “ , gritaba exaltado recorriendo medios.
Pero no tardó la respuesta: “Se los advertí, les dije que conocía al hamponcito, al vandalito que es Alejandro Moreno, y que haría todo esto que ha venido cumpliendo al pie de la letra, faltar a su palabra, faltar a su responsabilidad, porque llevó al PRI al peor de los escenarios”, clamó Osorio Chong, ex secretario de Gobernación priista: “ha hecho muy bien su trabajo de destruir al tricolor, pues durante su gestión ha perdido 10 gubernaturas, más de mil 400 presidencias municipales y más de cinco millones de militantes”. Bonito el espectáculo.
Y mientras, como perros y gatos, se pelean por la chuleta, ministros de la Corte, encabezados por su presidenta, Olga Piña, claman por ayuda, porque el mundo se les viene abajo.