Monterrey.- Los vectores de la diversión antropológica en ustream. De entrada, Bengala es la agencia cinematográfica del documentalista-reportero Diego Enrique Osorno. Cuenta en sociedad, hasta donde recuerdo, con Santiago Clariond Rangel y Gabriel Nuncio, tal vez alguien más.
En su hiperactividad, el peso de sus apellidos y la benevolencia de la UANL, nació el premio para guionistas con trabajos notables. Con varias ediciones y adjudicación de los triunfantes. La recuperación de esas ideas, impresas por la UANL, me permitió leer un texto con aroma al llamado regiovallenato.
La función histórica del texto es el reducto vouyeristico de un encuadre sin mucha lógica. Un joven con la esperanza frustrada en el estancamiento social, con una madre soltera, llena de hijos, abandonados por su contraparte, con la cruz del vivir al día.
Aderezado con el sentimiento del acordeón, de las letras pegadoras, el rebaje en el time, vuelta densa la melodía, como el sol, el bochorno, de este plato humeante. Eso fueron los Kolombias de Monterrey.
Un sector aplastado sistemáticamente por la falta de oportunidades. El problema general de las pandillas en los sectores de mayor marginación en el área conurbada de Monterrey, seguidores en la importación vía Miami, ruta de la cocaína, de la tradición de la sabana colombiana.
Los primeros sonideros de la colonia Independencia, el Cerro de la Campana, Revolución Proletaria, Tanques y la parte más alta del cerro de la loma larga, con la Alfonso Reyes, mejor conocida como La Risca, favor de no arrojar cadáveres en los andadores.
En la paradoja de la emigración, el orgullo de pertenencia, al recibimiento con reservas, de quienes prueban suerte en las pandillas. Lo esencial son las dificultades de supervivencia.
Al Kolombia lo copan a partir del año 2007, la avanzada del crimen organizado. Ninguno permanece indiferente. En “Ya no estoy aquí”, la palomilla sufren los síntomas de la enfermedad. El cartel del golfo usa a su brazo armado, los zetas, engendrando la identidad del trabajado forzado.
En el engrandecimiento de la figura apostólica de Celso Piña y El Ronda Bogotá, con su participación en “Cumbia Callera” culmina la hegemonía del género Tropical, Norteño y Tex Mex. Cacique, fenómeno autodidacta, deja un legado a partir de su desaparición en el plano terráqueo. La dinastía Piña podría retrasar el olvido.
Las referencias a la veneración de los caudillos musicales. El dolor en lo familiar, exacerba la liberación del erotismo, los dispositivos férreos para las faltas de oportunidades laborales y el barrio como punto de contacto al infierno de todos los días.
“Ya no estoy aquí” descorre la penuria de las alienaciones. El abominable reguetón jamás podrá representar los lenguajes periféricos de Monterrey. El personaje atávico de Ulises, es la brutal nitidez de una revolución sin profetas vigentes. Solo el recuerdo queda, como las lágrimas. En sus actos mortuorios, se les rinde homenaje a la transición de la zona metropolitana.
Los Vallenatazos se cuelan en los espacios burgueses. Lo sanitizan bebiendo Buchanans con agua mineral en vez de los tres ejes del gueto: la Caguama Carta Blanca, el Sarolo y el resistol 5000.
Netflix juega con el humor negro de la historia. Ulises es devaluado a un simple pregonero de los charlatanes de la violencia. Al tránsfuga de la comunidad monástica del Kolombias.