Aunque Rusia ha perdido la guerra mediática, la militar y la económica las va ganando. Al principio de la invasión realizó movimientos militares que lograron desarticular y separar al ejército ucraniano, ha asestado duros golpes a los batallones fascistas y domina las regiones de las repúblicas independentistas del Donbás, Donestk y Lugansk. Es decir, ha tenido avances en sus objetivos de la llamada Operación Militar Especial: desmilitarización, desnazificación y proteger el Donbás. Sin embargo, el costo también es alto para el Kremlin, pues la rusofobia se ha extendido a todo el mundo y ha tenido bajas debido a su decisión de combatir casa por casa, en vez de bombardear de forma indiscriminada al estilo occidental.
Por otro lado, los europeos parecen desconocer que el dinero es en realidad solo un equivalente general del valor de las mercancías. Rusia tiene reservas de oro, materias primas y nuevos clientes, mientras que Europa se queda con el papel moneda y tiene que comprar energéticos a terceros que a su vez lo compran a Rusia, entre ellos EUA. Además, la invasión ha permitido que EUA logre convencer a los países europeos de incrementar su gasto en armamento, que será suministrado por los mismos EUA.
Europa debe sacudirse el dominio de EUA para evitar profundizar su debacle económica y poder enfrentar a un posible problema de seguridad que se está gestando. El ascenso del fascismo no es un fenómeno exclusivo de Ucrania, sucede en todo el planeta, en especial en las potencias, pues es un colateral de las crisis económicas que añora tiempos pasados supuestamente mejores. Es una demostración de la profundización del pensamiento de derecha, conservador y violento. Debemos reiterar que no toda la derecha es o se vuelve fascista, pero es su evolución “natural”. Por lo mismo los ideólogos del capitalismo han tratado de despegarse de él, desvincularlo del sistema, confundir los conceptos y decir que es de izquierda pues, ya saben… los nazis eran “nacional SOCIALISTAS”, como si un repollo fuera dos veces pollo, o el Corte Inglés fuera realmente de Inglaterra. No, los nazis y los fascistas son de derecha y tomaron ese nombre precisamente para confundir al obrero y alejarlo de las luchas que buscan superar el capitalismo.
Los capitalistas realizan esta labor desinformativa de forma incansable a través de los medios masivos de comunicación, think tanks y organizaciones no gubernamentales auspiciadas por grandes empresarios y en secreto por organizaciones gubernamentales de las potencias. Así han logrado introducir jerga económica en el lenguaje común y han vinculado conceptos que no necesariamente están relacionados. Confunden, por ejemplo, ideología, modo de producción y forma de gobierno, democracia y libertad con capitalismo o autoritarismo y fascismo con comunismo, antifascismo con fascismo, entre muchas otras.
Otro logro de las ONG’s auspiciadas por capitalistas ha sido desclasar las luchas y desvincularlas del modo de producción. Incluso si los intereses de los activistas son honestos, la visión capitalista prevalece eximiendo al sistema de cualquier culpa. Si no se incluye el concepto de lucha de clases y la responsabilidad del modo de producción en los fenómenos sociales y medio ambientales, no se entiende a cabalidad el fenómeno y no habrá un cambio real que solucione el problema.
Ahora bien, al juntar el ascenso del fascismo, la rusofobia, las victorias rusas en Ucrania, las crisis económicas, la polarización política, la desigualdad y esta confusión de conceptos con la pérdida del rastro de las armas que envían a Ucrania, el resultado es preocupante. Los misiles antitanques Javelin ya se pueden encontrar en el mercado negro por 30 mil dólares. Una vez que termine la invasión y baje un poco la rusofobia, los fascistas se sentirán traicionados por sus gobernantes y aunado a las teorías conspirativas, como la del Gran Reemplazo Europa, se puede convertir en terreno fértil para la aparición de atentados terroristas. Se puede convertir en nueva versión de la Operación Rápido y Furioso, cuando el Departamento de Estado de EUA, con Hillary Clinton al frente y la administración de Felipe Calderón dejaron pasar armas de contrabando para rastrear bandas de narcotraficantes y convirtieron a México en un país de fosas, desaparecidos, desplazados y valientes madres buscadoras.
Europa está obligada a ayudar a solucionar este conflicto. Lo pudieron hacer a través de velar la aplicación de los Acuerdos de Minsk o solo denunciar la invasión, pero sin enviar armas. Europa prefirió someterse a los intereses de EUA apostando a una guerra prolongada para empantanar a Rusia, quien parece no inmutarse demasiado, pues se preparó con anterioridad.
La situación en Transnistria, el país no reconocido dentro de Moldavia, fue similar a la del Donbás en la actualidad. Es una región frontera con Ucrania que formaba parte del Imperio Ruso y posteriormente de la República Autónoma Socialista Soviética de Moldavia, en la URRS. Poco antes de desintegrarse el gigante soviético, Moldavia buscó acercarse a Rumania, con quienes comparten fuertes vínculos culturales. Transnistria lo interpretó como una afrenta y declararon su independencia. La Rusia actual intervino y convocó un alto al fuego. Desde entonces la situación es de relativa calma y Transnistria se ha vuelto un parque de diversiones de la nostalgia soviética. Nadie, ni siquiera Rusia, reconoce a Transinistria como país, salvo otros países no reconocidos. Moldavia mantiene buenas relaciones con dicha región y Rusia no busca su anexión. Este pudo haber sido el futuro de Donetsk, Lugansk y Crimea, ser una región con cierta autonomía dentro de Ucrania.
Ahora, las opciones que debe tomar Europa solo son tres: escalar la guerra, continuar con las sanciones a Rusia, o buscar la paz. Involucrarse directamente para vencer a Rusia y forzar un cambio de régimen no es recomendable. Rusia es potencia nuclear y sus misiles pueden llegar a cualquier lugar del planeta a velocidades inalcanzables para los interceptores. Otra guerra mundial es algo indeseable por todos, incluso ya han sido contenidas por lo menos dos provocaciones que buscaban escalar el conflicto: la inclusión de Finlandia en la OTAN, vetada de momento por Turquía, y los ataques en Transnistria.
Otra opción es continuar con las sanciones a Rusia y seguir enviando armas a Ucrania para prolongar la guerra, pero este camino desgastará más a Europa que a Rusia y hará que estén en una peor posición cuando deban negociar.
La mejor opción es negociar la paz lo más pronto posible, aunque se perciba como una victoria rusa, que de hecho lo es, y pueda propiciar el problema del terrorismo antes descrito. Si no lo hacen, la población europea común pagará de su propio bolsillo las consecuencias de las decisiones de sus gobernantes sometidos a los intereses del gran capital, representado principalmente por EUA, quien los ha enfrentado con Rusia, su proveedor de energéticos, y parece que también los quiere enfrentar a China, su principal acreedor.