Estas preguntas reactivas e inscritas en información, análisis y perspectiva llaman a reflexionar sobre lo público y como se van perfilando, a su juicio, estas candidaturas en el Frente Amplio por México y, lanza una hipótesis provocadora cuando afirma que “esos dos personajes, y no los líderes formales de los partidos que la integran, serán quienes definan el rumbo, la estrategia y los candidatos” en Sinaloa.
No dudo de la ambición de estos personajes conociendo las dinámicas políticas, sin embargo, habría que ver como el Frente resuelve programática y organizativamente el ancla de hacer las cosas de manera diferente ciudadanizando ese rumbo, la estrategia y las candidaturas porque si termina dando gato por liebre entregando estados a grupos de poder local la experiencia abstencionista del Estado de México podría reeditarse y eso llevaría al fracaso opositor -aunque, claro, lo poco o lo mucho, podría quedar en manos de lo que Lilly Téllez alertó sobre el riesgo de que los ganadores en esta contienda no sea la ciudadanía movilizada sino los que movilizan al electorado. O sea, otra vuelta a la tuerca.
Entonces, todavía, no está dicho todo dentro del Frente al menos así lo veo y, seguramente, una vez que se defina quienes son los tres aspirantes que debatirán sobre el proyecto de Nación tendrán que discutir sobre este tema no menor y, sí los aliados y poderes fácticos regionales, estarán ahí, la pregunta ¿es cuánto podrán influir para “hacer un cambio y seguir igual”?
El país pasa por la mayor crisis social y política de los últimos cincuenta años -el referente es la secuela que dejó el movimiento estudiantil de 1968-, pero, todavía es más compleja, por el ingrediente de la violencia sexenal manifestada en los cerca de 200 mil homicidios dolosos, las decenas de miles de desaparecidos y feminicidios, el asesinato de líderes comunitarios y periodistas, el control territorial y de las economías de escala en estados y municipios, la extorsión compulsiva a pequeños y medianos empresarios, la contaminación criminal de las elecciones que provocó una generación de políticos que le deben su triunfo a algún grupo criminal y, desde ahí, cuando es necesario prestan servicios y, todo esto ocurre, sorprendentemente, cuando se esgrime el argumento de que la salida a esta crisis de inseguridad es la militarización de la seguridad pública.
Sin duda, el gobierno obradorista, el del proyecto político de “primero los pobres”, ha generado un gran desencanto, pero, peor, ha provocado una gran desafección política de manera que prevalece la desconfianza en los partidos y los políticos en el ejercicio público y, tiene razón Adrián, cuando se pregunta si los ciudadanos ven, verán, en Cuén y Malova una “alternativa valiosa”. No lo sé, en una época pautada por el marketing político, lo que si veo venir es que todas las elecciones del país estarán animadas por la polarización y el pragmatismo y eso, determinara una forma de comportamiento electoral, con sus singularidades regionales.
Y para empezar los dirigentes partidarios, aquellos que decidirán las candidaturas, lo harán pragmáticamente y de alguna forma, ya lo están haciendo, como lo vemos en Sinaloa, con la llegada y las declaraciones del dirigente perredista Jesús Zambrano luego de sentarse con los dirigentes del PAS y, en su momento, habrá que ver que tan dispuestos están en perjudicar el mensaje político dominante: autoritarismo o democracia.
Y la segunda pregunta de Adrián, la actitud de quienes aspiran a una nominación opositora al lado de Cuén y Malova “legitimando sus trayectorias con tal de apoyar ese “proyecto”, en el ideal de que personas honorables no se involucrarían en la comparsa que está por verse, habría que volver a la preocupación de Lilly Téllez de los llamados “movilizadores”, que son políticos que están esperando la oportunidad para reciclarse. En Mazatlán, la priista Maribel Chollet, ya levantó la mano y el expanista Juan Alfonso Mejía, hizo lo propio, en perspectiva de la candidatura a la alcaldía.
Y respecto de la pregunta sobre si “empresarios honestos” estarían dispuestos a financiar campañas, este tipo de personajes lo que menos tiene es prurito en materia de financiamiento legal o ilegal, son empresarios que han dado dinero a cambio de prebendas y privilegios del poder ayer y hoy. Es un modus operandi. Así que ellos lo tienen claro, hay que dar, especialmente, a quienes tienen mayor probabilidad de éxito electoral.
Y, finalmente, Adrián, pregunta, al ciudadano anónimo, consciente, informado, o sea, no al ciudadano clientela, no al ciudadano partidizado o al ciudadano ideológico que tendría una respuesta uniforme ¿votaría usted por ellos? Ese ciudadano libre de ataduras con el gobierno y, sus programas sociales, es muy probable que active su voto racionalmente como un ejercicio de suma cero, es decir, si voto por el candidato A que ganó y si voto por el candidato B que pierdo.
En un país donde cada mexicano lee en promedio menos de un libro al año, poco los periódicos y menos escudriña análisis la pregunta se responde sola y tenemos que el voto en general está más asociado al de una clientela política.
Sin embargo, a este votante diverso frecuentemente le gana sus humores, preocupaciones, indiferencia, desafección y, ahora, hasta el miedo por lo público y no acude a las urnas como lo demuestran los niveles de abstencionismo.
En definitiva, las preguntas que formula nuestro director brotan de una preocupación genuina de segmentos de la sociedad informada, entonces, cabe preguntarse a la inversa sobre el supuesto de que Malova y Cuén se quedarían con todo en Sinaloa ¿cuáles serían los incentivos para apoyar en 2024 a Morena, al presidente López Obrador y a Rubén Rocha? La respuesta está en el viento, como lo dijo alguna vez Bob Dylan.