Monterrey.- En México, 78% de los lectores de noticias nos informamos en medios digitales y redes. El resto lo hace a través de páginas impresas. Los lectores buscan la nota casi en tiempo real y eso sólo lo consiguen en el ecosistema de Twitter y Facebook.
Las redes han creado un curioso fenómeno: el lector de periódicos tradicionales quería informarse, conocer noticias; el usuario de redes, en cambio, quiere no sólo saber, sino ser parte de la transmisión de noticias: no aspira a ser un consumidor de información sino alguien que la comparte, un “prosumidor”, es decir, un productor de información (hasta los memes lo son a su manera).
Cuando la prensa tradicional se trasladó a Internet, se convirtió en un instrumento de conversación (sin descartar gritos y mentadas de madre) y perdió el control y parte de la propiedad intelectual de sus notas. Así como la tierra es de quien la trabaja, la nota es de quien la comparte.
La mayoría de los medios impresos no han podido adaptarse bien al entorno mediático. Han decidido cobrar el acceso a sus versiones digitales. Por mencionar sólo algunos en español: Clarín, El País o El Mundo. A diferencia de ellos, la prensa nacida en el entorno digital no cobra un centavo por navegar en su menú de noticias, reportajes o artículos de opinión. Tampoco lo hacen (hasta ahora) revistas como Nexos o Letras Libres.
¿Pero qué pasa con periódicos como Reforma / El Norte que sí cobran una cuota por navegar en sus sitios? ¿O como El Universal que ahora cobra por sus contenidos “premier”? Acabarán por no adaptarse al nuevo modelo de negocio. Las maquinarias pesadas, burocráticas, pierden pisada frente a la prensa digital pequeña, ligera y flexible.
Periódicos como Reforma intentan, más allá de percibir ingresos extras por la vía de la suscripción, mantener su estatus como productores privilegiados de información. Utilizan la red no para interactuar sino para mantener el control y la propiedad de la nota, a costa de una cuota de acceso (cuota que cada vez estamos menos dispuestos a pagar).
Estos medios calculan que el método de suscripción les deja más que abrirse a las redes y no aceptan la lógica de los medios digitales que obtienen sus ingresos de la publicidad y los llamados servicios accesorios. Ya las suscripciones no funcionan en la prensa.
En suma, la prensa digital impone sus reglas no escritas que algunos periódicos viejos se niegan a cumplir. Ya veremos en qué acaba su modelo de negocio en este 2021.