Monterrey.- La influencia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación en la sociedad va más allá de lo digital, su impacto se deja sentir tanto en el campo educativo como en el laboral. En este breve escrito nos centraremos en el ámbito educativo.
Terry Anderson y Jon Dron nos dicen que la escuela del siglo veintiuno se sitúa entre dos mundos: El mundo material, que es el físico y sensorial, y el mundo digital, formado por la Internet, las redes sociales, los videojuegos, los teléfonos inteligentes, las tabletas, las computadoras y la televisión (Anderson & Dron, 2011).
Consideramos que estos dos mundos han originado altas expectativas y a la vez, impotencia, temor y desconfianza.
Las escuelas secundarias de Nuevo León: públicas y privadas, ricas y pobres, urbanas y rurales; se encuentran desde hace algunos años, inmersas en un proceso desordenado de experimentación en la enseñanza utilizando las TIC. Las propuestas pedagógicas van en el sentido de utilizar la tecnología para la comunicación, para la solución de problemas, para la búsqueda y procesamiento de la información orientándola bajo un sentido crítico, fortaleciendo con ella, un enfoque indagatorio y vivencial de la enseñanza y del aprendizaje. Sin embargo, todas las iniciativas caen en campo yermo. Las investigaciones locales y nacionales, hasta el momento, no han logrado demostrar que la integración de las TIC en el aula, hayan contribuido a un mejor desempeño académico de los estudiantes de secundaria. No hay evidencias serias de que el aprendizaje logrado sea el resultado de la incorporación de las TIC en el aula. Y es que, de acuerdo a nuestras observaciones del trabajo de los maestros y los estudiantes en las aulas de secundaria en nuestro Estado, la enseñanza con TIC no ha impactado, porque se requiere una transformación de la escuela, urge un cambio organizacional.
Se requiere inversión orientada a fortalecer la infraestructura de las aulas.
Se requiere de una capacitación efectiva y permanente hacia los docentes y directivos.
Se requiere que quienes dirigen la educación conozcan la vida en las aulas y no sólo desde las plataformas tecnológicas.
Como decía mi maestro José Ángel Faz: Se requiere ensuciarse los zapatos.