GOMEZ12102020

Las “niñas lobo” de la India
Ismael Vidales

Monterrey.- Esta es una brevísima versión de la historia de las “niñas-lobo” identificadas como Kamala y Amala, encontradas hacia 1920 en Midnapore, India por el misionero anglicano Joseph Amrito Lal Singh, quien escuchaba de los nativos historias de aparecidos que surcaban los bosques caminando como animales; intrigado, Singh se apostó en una vereda en donde aparecían con mayor frecuencia esas figuras fantasmales. Se subió a un árbol y se ocultó entre las ramas. No tuvo que esperar mucho tiempo, al salir la luna vio aparecer a tres lobos, dos lobatos y dos “fantasmas” andando, al igual que los lobos, a cuatro patas.

     Singh volvió algunos días después acompañado por un grupo de cazadores, y enfrentando a los lobos sacaron de una caverna dos criaturas que resultaron ser dos niñas, de unos tres y siete años. Su aspecto horroroso provenía de la masa de pelos en sus cabezas y su caminar encorvado a gatas.

     Nunca se supo cómo llegaron a la caverna. Singh las llevó a su orfanato, bautizando a la mayor con el nombre de Kamala, que es el nombre de una planta medicinal utilizada en la India contra la tenía o solitaria, y la menor como Amala, que es el nombre de una flor amarilla brillante. Ahí trató de educarlas, vestirlas y bañarlas, pero fue sumamente difícil, preferían estar desnudas y se arrancaban cualquier cosa que les cubriera el cuerpo. Hacia 1920 el proceso de limpieza y vestido reveló a dos pequeñas que parecían no ser hermanas, con rasgos faciales bastante diferentes, lo que hacía suponer que fueron recogidas y dejadas por familias diferentes en momentos diferentes, pero en la misma madriguera de lobos.

     Durante varios meses no mostraron avances significativos en el proceso de integración en que el reverendo Singh las había iniciado. Sin embargo, se afirma que su sentido de la vista era sobrenaturalmente agudo en la noche y sus ojos brillaban intensamente en la oscuridad como los de un gato. Podían oler un trozo de carne a distancias imposibles para los seres humanos; su oído también era agudo aunque la voz humana les parecía inaudible.

     El reverendo Singh era un hombre pobre pero relativamente educado, que hizo todo lo que estuvo a su alcance para rehabilitarlas, pero nunca pudieron adaptarse a la sociedad. El 4 de septiembre de 1921, Amala cayó enferma repentinamente de disentería. Kamala también comenzó a tener fiebres y cayó en cama víctima de convulsiones y palpitaciones. La tarde del 11 de septiembre un médico examinó a las dos niñas, pero el 15 de septiembre Amala cayó en inconciencia y murió en la madrugada del 21. Kamala pasó las semanas siguientes refugiada en una esquina y aullando como un perrito que ha perdido a su dueño.

     Kamala se recuperó y Singh reinició su programa de rehabilitación. La terapia consistía en una combinación de masajes y ciertos t.  ratamientos similares que los que usó Itard con Víctor (El niño salvaje de Aveyron, del que ya hablé). Kamala aprendió a caminar erguida y a decir frases sencillas hacia 1923. Kamala vivió hasta los diecisiete años. Finalmente, en 1929, contrajo la fiebre tifoidea y murió tras dos meses de enfermedad. Fue enterrada junto a Amala en el cementerio cristiano de St. John.

     Esta historia de Singh y sus dos “niñas lobo” fue conocida en los periódicos hasta 1926. El primer tratamiento científico del tema se hizo hasta 1941 con la publicación de los libros de Arnold Gesell (Wolf Child and Human Child), y Robert M. Zingg (Wolf-Children and Feral Man). El primero experto en el desarrollo infantil de la Universidad de Yale, y el segundo un antropólogo y profesor asociado en la Universidad de Denver. Ambos libros estaban basados en el diario del reverendo Singh.

     Pero las críticas no se hicieron esperar, en el Journal of Social Psychology se decía “el cuento de Singh” era muy parecido a los cuentos populares comunes para ser tomado seriamente. El psicólogo Bruno Bettelheim, en un trabajo publicado en 1959 afirmaba que las “niñas-lobo” de Singh eran en realidad niñas autistas abandonadas por sus padres. Gesell se distanció rápidamente de la discusión pero antes escribió “calentadas por la química de las hormonas maternales las madres lobo pueden ser engañadas a tratar a las niñas como sus propios lobeznos” y Zingg perdió su puesto académico en Denver, terminando sus días como conductor de ferrocarriles y vendedor de carne.

     No obstante, la veracidad de este relato ha sido comprobada por numerosos investigadores. Aún el escéptico escritor Charles Maclean tuvo que conceder que “el relato del diario del reverendo Singh sobre lo que aconteció en la selva es cierto, aunque tal vez no toda la verdad”. En 1937 la revista Illustrated Weekly of India publicó una serie de tres artículos (el 28 de noviembre y 5 y 12 de diciembre) en donde aparecen las fotografías de Kamala y Amala que han llegado hasta nuestros días. Sin embargo el cirujano francés Serge Aroles, dice en su libro “El enigma de los niños lobo” (2007) que el caso de Amala y Kamala es una estafa escandalosa sobre niños ferales. Yo como Poncio Pilatos “Me lavo las manos” y les dejo el beneficio de la duda.