SCHMIDT01062020

Lecciones de Minnesota
Samuel Schmidt

Austin.- Todo se pudo haber evitado si el gobierno hubiera encarcelado inmediatamente al policía que asesinó a un ciudadano que no era violento, no delinquió, ni amenazaba a nadie y a sus tres policías cómplices que ayudaron a asesinar a la víctima. El sistema policíaco-político decidió proteger a los policías criminales y cuándo actuaron deteniendo solamente a uno de los asesinos y no a sus cómplices, fue porque la sociedad ya estaba enojada y protestando en varias ciudades en Estados Unidos; en Minneapolis y Saint Paul la furia se desató e incendiaron la delegación policíaca dónde trabajaban los asesinos.

     El gobierno pudo desactivar políticamente el conflicto pero prefieren hacerlo por la fuerza, militarmente. Siguen protegiendo a los cómplices en ese y otros crímenes contra afro americanos, y al verse desbordados por una sociedad cada día más furiosa reaccionaron aumentando su capacidad represiva, el gobierno sigue escalando la represión, y presumen que están armando la mayor fuerza represiva en la historia de Minnesota, esto incluye la imposición de un toque de queda despreciado por los manifestantes. Otras ciudades siguen el pésimo ejemplo.

     Se ha impuesto la mentalidad bélica de los gobernantes y hasta reporteros y “analistas”, por ejemplo de CNN, asumen la defensa de la represión, alguno se hace eco del gobierno solicitando que se denuncie a la gente “culpable de transgredir el orden”.

     El proceso de militarización de las policías locales en Estados Unidos le entregó equipo militar a fuerzas de prevención y atención del delito y con él una mentalidad militarista que protege y tolera el abuso y la impunidad. Cada día aumenta el número de ciudadanos asesinados por policías que dirigen su racismo y brutalidad contra la comunidad de afro americanos. Parece evidente que no son los mejores los que ocupan las filas de las fuerzas del “orden”.

     Según los gobiernos el Estado está bajo asalto, hay guerra civil, los responsables son agitadores externos (supremacistas blancos –ANTIFA-, anarquistas, rusos, Soros y siguen agregando culpables), lo que según ellos justifica su respuesta militar; aunque se abre la posibilidad de que los incitadores hayan sido agentes del gobierno según muestra por lo menos un video. Fuera del mapa gubernamental esta la molestia de la gente, el odio de clase y de raza, el hartazgo ante el abuso policíaco y la imposición de un sistema que suprime en la práctica las libertades constitucionales y todo completado con el sufrimiento producido por el COVID-19 y lo desalmado de los empresarios que despiden a la gente. Mientras los republicanos rechazan cualquier acción que atienda a la gente y no a las corporaciones. Cualquiera que haya tratado de confrontar ese sistema policiaco es testigo de la frustración que provoca la lógica de protección corporativa.

     El gobierno mexicano puede y debe aprender mucho de ese caso, especialmente con lo relacionado a la militarización de las fuerzas policíacas, con el agregado de que las policías mexicanas son corruptas, encubridores, abusivos, están asociados en muchos casos con criminales y enfrentan a la sociedad como víctimas posibles y enemigos potenciales.

     El ejército ha determinado estratégicamente que todo el país son enemigos potenciales y no consideran que hay zonas de amortiguamiento, por eso aíslan zonas completas del país y escudándose en una ley de armas que seguramente no han leído, imponen estados de sitio, y desde sus retenes invaden espacios privados y pisotean la libertad y dignidad de los ciudadanos.

     El camino de la Guardia Nacional sigue una lógica militar, el congreso aprobó una ley que autoriza involucrar a las fuerzas militares en tareas policiacas, lo que preconiza una repetición del desastre ya sufrido.

     No se ha transferido infraestructura y al parecer ni mentalidad militar a las policías locales o estatales, pero no parece ser necesario porque la estrategia parece ser desplazar a las policías locales debido a su corrupción e incompetencia, militarizando de facto una cuestión policíaca, reproduciendo la esencia del calderonato cuyo resultado fue cientos de miles de muertos, desplazados y decenas de miles de desaparecidos. Nadie ha compilado el dato sobre la gente que fue robada por los militares en esos años y hay evidencia anecdótica sobre camionetas policíacas cargadas de mercancía robada.

     La estrategia de incrementar el potencial destructivo/represivo de las fuerzas militares sin establecer mecanismos de rendición de cuentas conlleva el riesgo de un incremento del abuso como sucedió en los años del Calderonato y el Peñismo. Esperemos que el hambre y desempleo imperantes en México no se vuelquen al saqueo y los enfrenten con estrategias militares como sucede en Estados Unidos.

     En Minneapolis la violencia la inició la policía (el Estado) y ahora quieren calificar la respuesta social de terrorismo, provocación. O no entienden la responsabilidad del Estado, el hartazgo social, o que la mala gobernación es responsable de respuestas sociales violentas, y ante la generalización de las protestas aumentará el número de asesinados, detenidos y golpeados y todo bajo el discurso de la libertad de expresión: pueden hablar y quejarse siempre y cuando lo apruebe el gobierno.