Monterrey.- Hay toda una avalancha de críticas a la Ley Monreal para reformar al Banco de México (Banxico), en materia de captación de divisas que circulan en nuestro país. Esta avalancha de críticas (como siempre pasa en estos temas), oculta el análisis ponderado. Yo, por ejemplo, estoy de acuerdo con esta iniciativa de Ley (que fue aprobada por el Senado y ya se turnó a la Cámara de Diputados) aunque debo reconocer que casi nunca estoy de acuerdo con el senador Ricardo Monreal.
La intención es que el Banco de México absorba los dólares en efectivo que los bancos comerciales no pudieran colocar en el mercado interno o repatriar a los Estados Unidos. ¿Para qué? Simple: para evitar que el excedente de dólares gringos que llega a México, vía remesas y turismo, se vayan por los canales no oficiales del mercado cambiario (vil mercado negro). Esto provoca un desequilibrio nocivo en nuestras finanzas nacionales, del que casi nadie habla. Y me refiero a más de 36 mil millones de dólares solo en el rubro de remesas, que no es poca cosa y que recibió nuestro país sólo en 2019.
Los bancos que operan en México captan estos dólares en efectivo, de los migrantes y del turismo, principalmente, y realizan el intercambio de divisas, de dólares a pesos. Y el lector se preguntará: ¿entonces la cantidad de dólares que entra a nuestro país es mayor que la cantidad que sale? Sí, muchísima mayor, entre otras razones, porque México es el mayor captador de dólares a nivel mundial.
Y esta disparidad entre los dólares que entran y los que salen, perjudica en primer lugar a las casi 11 millones de familias mexicanas que viven exclusivamente de las remesas o de prestar servicios al turista. Es la gente que sale perdiendo. Y otra instancia que igual pierde es el propio Banxico, porque no es cierto que frente a la actual distorsión cambiaria, de verdad esta institución pueda regular todos los flujos de divisas que circulan en México.
Las familias que viven de las remesas, pierden en promedio 30% del valor de sus envíos, al cambiarlo a pesos mexicanos, dadas las altas comisiones de las casas de cambio o porque tienen que irse al mercado informal de divisas. Ahí les dan menos de lo que valen sus dólares. O sea, obtienen menos pesos por cada dólar. A veces llegan a recibir 13, 12 y hasta 9 pesos por dólar. Una total injusticia que no tendría por qué darse, si Banxico comprara directamente las divisas excedentes. Saldríamos ganando todos.
Y alguno de los tantos críticos de esta iniciativa me dirá: “ganarían sobre todo los narcos a la hora de cambiar divisas”. Falso. Ya existen mecanismos que previenen y verifican la procedencia lícita de los dólares recibidos, respaldados por las unidades de inteligencia financiera tanto de México como de EUA. La Ley Banxico no cambia ni afecta ni vulnera este sistema de vigilancia. El lavado de dinero se da por otros motivos que todos conocemos. Además, no tendrían por qué pagar justos por pecadores: los trabajadores migrantes son gente honesta, no son narcotraficantes ni criminales.
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