Esto es un problema, en primer lugar, porque ha sido la industrialización sin medida y muy beneficiada de recursos naturales lo que ha llevado a Nuevo León a su peor crisis de agua, climática y de calidad de aire en los últimos años.
En segundo lugar, la desigualdad fiscal. Cuando en esta administración, por ejemplo, se aprobó el «impuesto verde», lo único que se hizo en realidad fue dar luz verde a realizar cualquier daño al ambiente, siempre y cuando se pagara económicamente al estado por ello —una medida recaudatoria.
Ha pasado el tiempo y de aquello solo han quedado promesas y palabras que el viento se ha llevado. Hoy el estado les reduce el impuesto al 50 por ciento a las pedreras (responsables de la mala calidad del aire) tan solo por prometer «portarse bien».
Mientras —como ha pasado en otros países (como Ecuador)— tal «impuesto verde» se extendió a los ciudadanos al introducir las verificaciones vehiculares, una medida que recientemente se implementó en la entidad, tras la cual se espera sea la vía para que se paguen los «platos rotos».
A esto hay que sumar otros proyectos de la autoridad, que están en discusión. Simplemente, esta semana pasada se analizaba cobrar una cuota vehicular por ingresar al centro de la ciudad de Monterrey, así como por transitar por vialidades concurridas. Esto, según se afirmó, era para desincentivar el uso del automóvil y promover el uso de transporte urbano.
Al final se descartó esta medida. Y es que se necesita ser muy estúpido para renunciar a una mina de oro. En Nuevo León, el parque vehicular es enorme y representa un ingreso en impuestos bastante significativo. Incluso, nada de eso cuadraba para una administración que está obsesionada con medidas recaudatorias —como el replaqueo.
En otro tema importante, como el agua, son los mismos ciudadanos los que deben cuidarla al extremo, así como pagar las nuevas y elevadas facturas que se aplicaron en este año. Por tanto, si llegara a faltar el vital líquido en el estado, esto sería responsabilidad del ciudadano.
Y es este el punto importante. Tesla ha intentado ingresar a territorio europeo, sin éxito ¿Por qué razón? Pues, principalmente, por un recurso tan valioso como el agua, la cual es escaza en varias ciudades importantes del viejo continente y no es negociable. Esto da a entender que, si en Europa no se ha concedido agua a empresas, Samuel García está dispuesto a hacerlo, aun cuando esto signifique tener una crisis mayor a la de este año.
Pues bien, se puede decir que la inversión extranjera resulta importante, pero en ocasiones el precio a pagar puede ser muy alto. Según estimación, se requieren entre mil 300 a 4 mil 300 litros de agua para la producción de un vehículo, dependiendo del modelo.
Con estos datos, la pregunta obligada es: ¿Puede Nuevo León comprometer aún más su agua?
Por todo, no es casualidad que la nueva armadora de Tesla, que llegará a Nuevo León en enero de 2023, vaya a ubicarse en la Huasteca, sitio donde se encuentra la presa «Rompepicos» (y donde se planea hacer una segunda, según indicó Samuel García este año, aunque sin detallar si se hará o no).
Mientras tanto, durante la semana pasada, el gobernador de Nuevo León se fue de «gira» por Europa, según se informó, para atraer más inversión al estado, con el ofrecimiento de algunas «oportunidades».
Solo el tiempo confirmará si esas oportunidades de inversión que lleva su discurso, no son ofrecimientos que involucren recursos naturales importantes y escasos en Nuevo León.