Monterrey.- A fines del siglo dieciocho, el físico-matemático francés Jacques Charles descubrió la ley experimental de los gases que describe cómo los gases tienden a expandirse cuando se calientan (V=kT).
Si se aumenta la temperatura T de un gas contenido en un recipiente que posea un émbolo movible, su volumen V también aumenta a presión constante. En cambio, si aumentamos la temperatura T y el volumen permanece constante, la presión aumenta (ley postulada posteriormente por Joseph Louis de Gay-Lussac).
Las cocineras prestan especial atención a las leyes de Charles y Gay-Lussac cuando utilizan las llamadas ollas de presión, utensilios de cocina fabricados de aluminio o acero inoxidable capaces de soportar hasta 500 milibares, aproximadamente 0.5 atmósferas o 50 kilopascales. Si la presión sigue aumentando al cocinar los alimentos debido al vapor de agua, y dado que el volumen del recipiente permanece constante, se activa una válvula que deja salir vapor y regula la presión; de lo contrario, la presión aumenta y ocurriría una explosión.
Estudié las leyes de los gases ideales por mi cuenta, en la biblioteca, cuando cursaba la secundaria, asesorado por mi maestro de Física, Pedro Cantú Chapa, de la Escuela Secundaria Moisés Sáenz de Apodaca. El motivo de mi investigación fue encontrar una explicación científica a un estruendo ocurrido en la madrugada en mi querido Mezquital seguido de una lluvia de barbacoa por toda la calle principal.
Resulta que Don Macario, el del molino, preparaba barbacoa todos los domingos en una olla grande de aluminio; esa vez la selló herméticamente y la colocó en el fuego. Al aumentar la temperatura y al permanecer constante el volumen (olla tapada, sin permitir salir el aire caliente), lo que aumentó fue la presión y la olla explotó, repartiendo barbacoa gratis por todo El Mezquital.