GOMEZ12102020

¡Madres de hoy!
La esencia del Día de la Madres es transformar al mundo
Lupita Rodríguez Martínez

Ciudad de Monterrey.- Del culto egipcio a la diosa Isis, conocida como la ‘Gran Madre’, equivalente a la madre de los dioses del Olimpo, la diosa Rhea de la mitología griega, el origen del actual Día de las Madres –nuestra más sagrada y amorosa celebración– se remota a los días de protesta pacífica de un grupo de mujeres en contra de la guerra civil en Estados Unidos.

Hace 160 años, la idea de Ann Maria Reeves Jarvis era organizar un Día de las Madres, en protesta contra la Guerra de Secesión (1861-1865).
Durante esos años de intensos combates, Ann Maria cuidó de muchos heridos y organizó lo que llamaba ‘clubs de trabajo del día de las madres’, para cuidar la salud y la higiene a través de la educación de las mujeres.

En 1870 la abolicionista y feminista, Julia Ward Howe, retomó la idea de Jarvis y escribió la Proclama del Día de la Madre, donde insta a las mujeres a oponerse a la guerra, a sentir empatía por las madres de otros países y a no permitir que sus hijos sean entrenados para lastimar a los hijos de alguien más.

“¡Levántense mujeres de hoy! ¡Levántense todas las que tienen corazones, sin importar que su bautismo haya sido de agua o lágrimas! Digan con firmeza: No permitiremos que los asuntos sean decididos por agencias irrelevantes. Nuestros maridos no regresarán a nosotras en busca de caricias y aplausos apestando a matanzas. No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia”.

Este potente llamado a las mujeres para unirse por el desarme y por la paz del mundo, motivó que Ann Jarvis, la hija de Ann Maria Reeves Jarvis, tomara la iniciativa de solicitar que se declarara un día de celebración nacional en honor a su madre pacifista y de todas las progenitoras del mundo.

Luego de mucho esfuerzo, logró que el segundo domingo de mayo se volviera una celebración oficial de las madres en Estados Unidos. El primer festejo se realizó un 10 de mayo de 1914, fecha que marcó la festividad en el calendario, pero que varió en cada país a través del tiempo.

Muy pronto los empresarios vieron el enorme potencial económico y la noble idea original se distorsionó. La propia Ann Jarvis denunció años después que las grandes compañías vendedoras de flores y de tarjetas de regalos eran “charlatanes, bandidos, piratas y estafadores que tratan de demeritar con su avaricia uno de los movimientos y una de las celebraciones más nobles y verdaderas”. El resto de su vida emprendió una lucha para acabar con el Día de las Madres, mas era demasiado tarde.

El Día de la Madre llegó a México como una celebración consumista y llena de estereotipos sobre los derechos de las madres, despojada ya de la lucha ideológica por avanzar en su participación en pie de igualdad con los padres y por lograr reivindicaciones en todos los ámbitos de la vida.

El periódico Excélsior se llevó el mérito de importar la celebración, al lanzar –en abril de 1922– una convocatoria para institucionalizar el día dedicado a las mamás mexicanas. Con el apoyo de la Secretaría de Educación Pública y de la Iglesia Católica se acordó el 10 de mayo.

Contrario al propósito de homenajear a nuestras madrecitas, en el fondo lo que se logró fue hacer gastar a la gente en comidas de restaurantes, ramos de flores, música de mariachi y un sinfín de regalos. En el trasfondo también logró contener el movimiento feminista encabezado por Elvia Carrillo Puerto y cientos de participantes, que en 1916 habían realizado el Primer Congreso Feminista en Mérida, Yucatán, punto de partida del feminismo en México.

La tarea de las madres de hoy es recuperar su origen como día de lucha de las mujeres para cambiar el mundo y no como antagonista del feminismo.

Si los 365 días del año son necesarios para exigir lo que tenemos que exigir con el fin de vivir una vida digna, este Día de la Madre celebremos lo que sea digno de celebrarse, sin dejar de impulsar las iniciativas de ley y las políticas públicas con perspectiva de género y, sobre todo, las voces de las madres que se alzan con fuerza en la lucha para transformar el mundo.

¡Felicitaciones por siempre a las madres del mundo!