PEREZ17102022

Marcelo, ¿candidato opositor?
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- Sea que Marcelo Ebrard se mantenga en Morena, sea que el presidente López Obrador lo llame a cuentas y lo neutralice, sea que se vaya a MC y se convierta en su candidato presidencial, sea que se acerque despechado al Frente Amplio por México o, simplemente, se despida de la política y vaya a vivir a París un nuevo exilio, lo cierto es que su ausencia en la habilitación de Claudia Sheinbaum como coordinadora nacional de defensa de la 4T es un golpe a la legitimidad del proceso interno y a la ya abanderada de los morenistas.

Y es que no es poca cosa que el segundo lugar en apoyos de esta contienda interna con un 26 por ciento cuestione el proceso y llame “cobardes” a los organizadores mientras exige se reedite el proceso y, como respuesta, reciba un portazo a través de su representante la senadora Malú Micher cuando policías no le permitieron acceder a la sala de cómputo para cumplir con su tarea de supervisión.

Y, aunque, en la presentación de los resultados Mario Delgado, dirigente nacional de Morena y Alfonso Durazo, presidente del Consejo Nacional de Morena, y la misma Claudia Sheinbaum, omitieron cualquier referencia a la ruptura fue notoria su ausencia.

La mayoría de los observadores políticos dieron cuenta de la molestia del gran elector López Obrador y, por supuesto, de su apuesta por Sheinbaum que ya se sabía sería la candidata presidencial desde hace meses, quizás años, y que el “proceso interno” era para saber quiénes ocuparan en caso de ganar los liderazgos en las dos cámaras del Congreso de la Unión.

¿Cuánto habrá de costarle a Morena este desprendimiento en cualquiera de las hipótesis planteadas? Es pronto para saberlo. Lo cierto es que Marcelo Ebrard domina hoy la conversación pública y no, como sería de esperar lo fuera Claudia Sheinbaum, quien parece perpleja y relegada hablándoles a los suyos, a los más fieles morenistas, mientras la gran audiencia está consumiendo lo que vio a todo color y las interpretaciones interesadas o no de este fracaso unitario que se “cuidó con esmero”.

Y ahí está el problema, y la ambición de Marcelo, el presidente López Obrador tenía comprometida la candidatura y no iba a cambiar de opinión, salvo que en una relación de costo-beneficio, fueran mayores los costos.

No obstante, Marcelo que no es un ingenuo en política siempre albergó la idea de que en el último momento -por la deuda política de 2012- diera un giro y en un acto de compensación ordenara a los encargados de su operación que se le habilitara como coordinador nacional del movimiento- ¿se podía hacer una vez echado andar ese proceso? ¡Claro, que se podía! en política no hay límites, como no lo hubo en el gasto sin límite para la campaña abierta de Claudia y Adán Augusto.

Sin embargo, Marcelo al no tener señales en las últimas semanas que le indicaran un giro a su favor empezó a utilizar la presión contra Moreno y Durazo, en una lógica de “te lo digo Juan, para que lo escuche Pedro”, lo que en una figura omnipotente como la de López Obrador resultaba inaceptable y así llegaron a las cinco encuestas donde ni siquiera en la que propuso Ebrard logró ganarla y ya metido en un laberinto nervioso cuestionó el proceso y llamó a los organizadores a que lo reeditaran lo que seguramente fue un exceso para el presidente y sus operadores decidieron no mencionarlo en la habilitación y en la foto oficial es el gran ausente.

Estas estampas, me recuerdan dos fotos históricas una, cuando Stalin hace desaparecer de la foto triunfante de la revolución bolchevique a León Trotsky y la otra, cuando, Fidel Castro, hace desaparecer de la foto victoriosa de los “barbones” de Sierra Maestra a Carlo Franqui, uno de los intelectuales convertido en guerrillero, que no estuvo de acuerdo con plegarse a las directrices de la URSS y se plegó a dos intelectuales franceses que en esos años renegaban del “socialismo en un solo país” coqueteando con el maoísmo: Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir, lo que habría de costarle el exilio hasta su muerte en Puerto Rico (léase Retrato de familia con Fidel, Seix Barral).

Hoy, Marcelo, podrá reconsiderar su atrevimiento de haber manchado el proceso diseñado y cuidado por el propio López Obrador y, este podría formalmente brindarle un abrazo de hijo descarriado, rebelde, pero estás afrentas se pagan y llegado el momento le harán saber que es un “traidor” al movimiento.

O sea, cualquiera que sea la decisión que tome y anuncie el próximo lunes lo más congruente es que siga en su fuga hacia delante aceptando la candidatura en MC, incluso, porque no, sea la pinza perdida para que MC y el Frente opositor vayan en coalición presidencial.

Sería su mejor blindaje y potenciaría a la oposición, claro, unos y otros, deberán tragarse sus palabras, el “nunca” que ambas partes dijeron habría de suceder, pero, estamos, en política y la política es suma y nuestros políticos está demostrado son incorregiblemente pragmáticos lo me lleva a pensar que están haciendo sus cálculos del efecto que tendrá sobre los dos bloques y medio -el medio, es MC, que esta agregación le permitiría volver a reencontrase con la oposición alfarista.

Marcelo sabe que no tiene futuro sino se la juega el todo por el todo, los partidos del Frente quieren ganar y, como lo dijo racionalmente Alejandro Alito Moreno, “esto es de competitividad y rentabilidad, y vamos con quien, tenga mayores posibilidades de éxito”, incluso, la propia Xóchilt lo llama a sumarse y, eso, podría ser el principio de un gran acuerdo interpartidario y sociedad civil que, dirán los frentistas, es lo que necesita México.

Claro, de ocurrir, no faltarán los que demonicen este tipo de alianzas de última hora, pero, habrá que decir, que lo bueno del 2024 está por empezar y el primer efecto es que Ebrard se lleva el 26 por ciento de lo votado.

No hay sustento en aquello de que yendo Ebrard como candidato presidencial de MC le quitaría votos de la clase media al Frente, lo único real, es que no se va solo de Morena y, hasta podría llevarse a Ricardo Monreal que no tiene futuro en Morena con su 6 por ciento.

En definitiva, cualquier decisión que tome Ebrard cambia el escenario con el que veníamos viendo la sucesión presidencial y eso, agrega, felizmente, la incertidumbre democrática.