México no ha podido emerger como nación soberana por causa de los imperialismos que lo colonizan: español, católico y norteamericano. Los datos de la estructura socioeconómica nacional son terribles, en función del expolio ibérico, vaticano y anglosajón. La economía mexicana es tan surrealista como nuestra cultura y, precisamente, las patologías sociales que ocasiona están llamando la atención de la mayor hegemonía contra el país: la estadounidense. Ni España ni Roma son vecinos de México; Norteamérica debe soportar una proximidad que cada vez le resulta peligrosa y venenosa.
El general Francisco Villa expulsó a los españoles casticistas de algunas provincias del Norte cuando ejerció cargos políticos, pero antes de Osama Bin Laden, fue el primer guerrillero solitario en atacar –quijotescamente– los Estados Unidos. A diferencia de España y la Santa Sede, Estados Unidos envió una expedición que buscó infructuosamente al Centauro del Norte. Ahora están ocurriendo cosas semejantes, existen demasiados combatientes independientes como el general Villa –los grupos mercenarios del narcotráfico– que ya no persiguen españoles, según la queja de Alfonso XIII, pero que han convertido el norte de México y el sur de Estados Unidos en una de las regiones de quiebre más álgidas del mundo. Los republicanos, con enormes posibilidades de alcanzar el poder político norteamericano, ya no piensan en enviar al general John Pershing, sino misiles. Así lo consideró Donald Trump y no es una idea lejana a sus fieles grupos conservadores, si se atiende la geopolítica estratégica por la situación en Ucrania.
Dentro de las demasiadas críticas a los proyectos gubernamentales de la Cuarta Transformación, hace poco se cuestionó la reforma educativa. Tiene razón la güeritocracia, muchas de las medidas del nuevo paternalismo pedagógico, desde el nivel básico hasta el superior, no mejoran las competencias, habilidades, técnicas y calidad en un dinámico mundo global. Pero en casi treinta años de gobiernos neoliberales, tampoco hicieron gran cosa y la “excelente” contribución de la educación privada simplemente no llegó. La economía nacional depende de las remesas de los mexicanos en el exterior, principalmente en Estados Unidos, la economía informal y el narcotráfico (probablemente en diverso orden de importancia). Nuestro país no ha podido despetrolizarse, dejar de ser una industria maquiladora y, lo que queda, simplemente no alcanza a dimensionar lo que implica ubicarse en las primeras cincuenta economías del mundo. Incluso el Estado tiene que administrar el neoextractivismo y generar paraestatales para que el país pueda sobrevivir.
El hecho de que apenas un cuarto de las personas que ingresan a la primaria alcanza la universidad, entre los cuales, casi las tres cuartas partes se encuentran subempleados y desempleados; resulta indicativo de cuánto hay que transformar y modernizar en la estructura socioeconómica de México. Si el país se mantiene en la economía de manos muertas, contentas y despojo que tanto beneficia a las castas jerárquicas hispanistas, la subsistencia mediante el contrabando y la emigración obligarán a Estados Unidos para una medida geopolítica rigurosa. La güeritocracia no hizo nada, y tomó mucho.
Nuestra economía sigue siendo informal y dependiente de Norteamérica; somos un país que maquila a la industria extranjera, carece de tecnología y sólo provee una fuerza laboral barata; aunque domina el trasiego de drogas latinoamericano. El campo es más que una tragedia.
La coexistencia con Estados Unidos se ha hecho insoportable y, después de confirmar las ideas de Samuel Huntington, quizá Norteamérica, bajo la actual administración de Joe Biden, ha decidido apostar por recorrer el camino al revés.
Las administraciones demócratas han sido particularmente complicadas para México durante la época neoliberal, además de resaltar que las políticas de ajuste y modernización no se llevaron de forma correcta, también indicaron que el narcotráfico se incrementó exponencialmente, llevando a la frontera mexicoamericana al extremo de ser la frontera del caos.
La dependencia económica de México para con Estados Unidos se ha mostrado de una manera obcecada; a pesar de la exclusión, los mexicanos se apegan a la Unión Americana. La administración de Donald Trump también intentó mejorar las relaciones con México, pero el escenario cambió negativamente y su proyecto nacionalista hegemónico se descompuso; ahora, en su pretensión de retornar a la Casa Blanca, además del tradicional discurso antimexicano, ha sumado la estrategia de Vladimir Putin para ordenar México, lo que seguramente muchos anglosajones e incluso mexicanos apoyarán.
La importancia de México como patio trasero o delantero de EU, se manifiesta en el cambio que ha tenido la administración Biden y la lógica de Ken Salazar. De acuerdo con geopolíticos como George Friedman, las relaciones entre México y Estados serán conflictivas para el 2080. La crisis mundial que se vive quizá ha mostrado la importancia de tratar la cuestión mexicana con paciencia y cuidado, para inhibir no sólo una nueva guerra mexicoamericana, que significaría la vulnerabilidad completa para nuestro país, aunque, también, la exposición de Estados Unidos con sus rivales por el flanco geográfico del sur.
Ken Salazar ha entendido que la mexicanidad es la kriptonita del imperio yanqui; la mexicanidad es más peligrosa que el comunismo o la energía atómica; por ello plantea una integración mexicoamericana delimitante de la frontera hasta el Suchiate, que sería más conveniente para la seguridad nacional norteamericana, en un mundo multipolar y antioccidental que se aproxima, y de hecho está asentándose en Nicaragua. Apropiarse abruptamente del territorio nacional, o más, generaría graves costos en México y el sur de Estados Unidos, a consecuencia de la guerra de guerrillas, como parece ser la propuesta republicana.
La conciencia geopolítica ha obligado a la administración Biden, mediante Ken Salazar, para acercarse a López Obrador, e incluso exhortar al Frente Cívico, la Iglesia Católica, la Alianza va por México, y hasta a María Amparo Cassar, para apoyar a Morena. It´s insulting and unacceptable! Dicen los gachupines iberófonos, que tantos siglos llevan viviendo en México y cuyo casticismo medieval no se agota.
La propuesta demócrata de Mister Danger en estos momentos críticos de la humanidad, debe ser tomada en serio por México. La Mexamérica o Spanglishdad puede ser el punto de partida en una relación Estados Unidos/México, que salvaguarde el escenario de George Friedman y que, sin duda, será la retórica de los republicanos rumbo al 2024.
Ken Salazar es la última oportunidad para un puente civilizatorio que disminuya la esquizofrenia y anomia social de nuestro país.