En aquel entonces el presidente Echeverría estaba por terminar su mandato y buscaba ser el líder del llamado Tercer Mundo, y de esa forma alcanzar a ser secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU); sin embargo, lejos estaba de una y otra posición política internacional.
Por el contrario, aquel voto en contra de los intereses judíos trajo como consecuencia que México por primera vez sufriera los efectos de una advertencia de viaje (travel advisory) a los connacionales que pretendían hacer turismo de invierno en México; y fue relativamente sencillo, pues simplemente los llamados tour operadores pusieron que la oferta estaba cubierta al 100 por ciento. No había espacio para ningún viajero, lo que evidentemente era una mentira y los destinos turísticos estaban vacíos, lo que representó una de las peores crisis para la actividad turística.
Recientemente el presidente López Obrador reventó la llamada Cumbre de las Américas, al advertir que de “no invitarse a todos los países de la región, él no asistiría”; y así fue que Marcelo Ebrard llegó para fijar posición en el mismo sentido y aquello terminó en un fiasco, sin grandes acuerdos políticos.
Han transcurrido solo unos cuantos días de aquel desaire, cuando el Departamento de Estado de nuestro vecino lanzó una dura ofensiva contra el gobierno mexicano, a través del llamado que hace a sus connacionales para que eviten viajar a México o si lo hacen tomen medidas de seguridad por el entorno violento.
El llamado es por un tiempo indefinido, dada la situación de violencia que se vive a lo largo y ancho del país, con excepción, dice el documento, de los estados de Campeche y Yucatán, que técnicamente garantizan una mejor estancia; sin embargo, para llegar a ellos es inevitable pasar por las zonas de riesgo.
Y no faltan razones al Departamento de Estado para advertir el peligro que existe al transitar por el territorio nacional, dado los constantes actos de violencia y la escasa capacidad de reacción de las fuerzas de seguridad del Estado Mexicano, por una política de seguridad de “abrazos no balazos” con el crimen organizado.
Sin embargo, ante esto es inevitable pensar que el gobierno de los Estados Unidos no tome medidas en contra del mexicano, y el primero haya sido precisamente la pata de palo de este gobierno: el de la inseguridad.
Pero no sólo eso es la inseguridad, es la primera fuente de divisas extranjeras, que viene siendo la actividad turística, y no sería raro que si esa es la lógica de la reacción, muy pronto pudiera tener una decisión en torno a las cuantiosas remesas que los connacionales envían a la economía mexicana y que el presidente López Obrador agradece a los paisanos, como si fuera un apoyo al proyecto político de la 4T.
Nada más errado, las remesas siempre han existido, como una forma comunitaria y de solidaridad de los mexicanos con sus familias.
Muchas de ellas que habitan en zonas olvidadas y donde no se producen los empleos que reclaman los jóvenes.
¿Cuánto habrá de afectar esta advertencia de viaje que lo abarca todo?
Los Estados Unidos se encuentran ya en recesión económica –falta de crecimiento e inflación galopante– y esto trae aparejado la contracción del consumo.
En estas circunstancias, uno de los consumos que rápidamente cae en épocas de crisis es el de turismo, porque es prescindible y prospera donde se garantiza la seguridad de los viajeros; y eso, evidentemente, no se cumple en amplias regiones del país.
Entonces, que el Departamento de Estado estadounidense emita esta advertencia de viaje complica la situación, pues mete miedo a los turistas que hacen planes para los próximos meses y giran la vista hacia lugares más seguros.
Incluso, desde hace años, hay una campaña promocional para que los estadounidenses dejen de viajar al extranjero y mejor solidariamente lo hagan por su país y eviten de esa forma que los consumos de ocio beneficien a otros países.
En definitiva, el desdén del presidente López Obrador, que busca tener el liderazgo político en América Latina –como hace cincuenta años lo intentó Echeverría Álvarez entre los países del llamado Tercer Mundo– tiene consecuencias; y ahí está la alerta de viaje, que podría desestimular a muchos estadounidenses y agregar nuevas acciones de política bilateral.
Al tiempo.