PEREZ17102022

MICROCUENTOS PARA LEER
Desencuentro
Tomás Corona

Monterrey.- Lo vio venir. Se aceleró su corazón. Su torrente sanguíneo comenzó a irrigar todo su cuerpo, el rojizo líquido comenzó a agolparse en su cabeza, su pecho, su vientre, su entrepierna, sus nalgas.

Pero el rojo torrente reavivó también la supurenta llaga de los recuerdos, la vieja herida, ya cicatrizada que amenazaba con reventar, se cimbró hasta la médula y por su mente comenzaron a desfilar los golpes, la humillación, el acoso, las fracturas, la apatía, el escarnio, la incesante violación de su parte más noble, el maltrato físico y mental, los celos infundados, la esclavitud, el acerado puño, la psicosis, el dolor, la sangre, ¿de dónde le salía tanta?, la tristeza, la insoportable sensación de abandono aunque estuviera allí, a veces era mejor saberlo lejos, tampoco le quedaban ya lágrimas para llorar.

Lo vio venir recordó las atronantes palabras del psiquiatra cuando le dijo que llegaría ese momento crucial y dramático y tendría que enfrentarlo, que eso era un paso muy importante en el camino hacia su felicidad.

Sus pieles casi se rozan y ya no hubo ningún chispazo eléctrico. ¿Se había extinguido su amor, la fogosidad de su pasión en la que solo bastaba una chispa para incendiarse juntos?

Con una desafiante mirada, ya sin rencor, sin deseo, sanada el alma, sellada la profunda herida, como quien tira una cáscara en la basura, lo dejo ir.