Monterrey.- Así la bautizaron, el nombre más hermoso, ella sonríe, baila, canta, pinta, expresa su alegría a todas horas, no tiene límites para ser feliz. Y florece despacito, como botón de rosa, como capullo en flor y se mueve arriba, abajo, a un lado, al otro, se desplaza hacia todas direcciones como abeja zumbona y vuelve a sonreír, no sabe de maldad ni de rencores, es inocencia pura, dulzura convertida en niña, quizá no se da cuenta, pero seguro estoy que como todos tiene la esperanza y la firme convicción que esto pasará pronto. Convirtámonos en niños deseosos de tener un mundo mejor.