Monterrey.- Si uno se fija bien existe una incongruente similitud en todas las dependencias gubernamentales de México, en unos casos me consta y en otros no. Paso a explicarme. Por ejemplo, en el sistema de gobierno, en general, los gobernantes muestran una cara linda y complaciente, más ahora con los medios digitales, ante el beneplácito de los gobernados. Su falaz discurso, plagado de buenas intenciones y falsas promesas, como siempre, es creído cabalmente por los espectadores y escuchas quienes se solazan con la idea de que todo será mejor, sin analizar críticamente que vamos a para atrás o estamos cavando hacia abajo en lo que a beneficios sociales colectivos se refiere: impuestos, transporte, salarios, seguridad…
En el ámbito de la seguridad vial, (“Secretaría de seguridad y protección ciudadana”, ¡bah…!), concretamente en el departamento de tránsito existe un riguroso reglamento que rige el hacer de la institución, sin embargo, es de todos sabido la incontable cantidad de “moches”, “mordidas” y tranzas que existen hacia el interior, los cuales permiten que se pasen por alto las altísimas multas, absurdas infracciones, atropellos al prójimo y responsabilidades de los involucrados o culpables de un accidente. La “cuota” que indebidamente se paga a un tránsito en la calle, repercute económicamente hasta el mas alto jerarca de esa dependencia.
En la dirección de policía ni se diga, allí donde debería imperar la ley y el orden social, son comunes los “cochupos” para liberar a quienes cometen delitos menores, a los conductores alcoholizados, a esposos golpeadores a quienes comúnmente liberan sus propias parejas, a vecinos rijosos, a jóvenes drogados o raterillos de poca monta y nadie ignora que en los centros penitenciario existe una jerarquizada mafia que controla absolutamente todo lo que allí sucede, sin distinción de policías, ladrones, violadores, psicópatas o asesinos. También hay policías que roban, me consta porque yo fui una víctima.
En la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, específicamente en el SAT (Servicio de Administración Tributaria) a pesar de estar tan tecnologizada y normatizada, es bastante común la evasión fiscal por parte de las personas físicas y morales, sobre todo las que ostentan grandes y reconocidas marcas. Para muestra basta un botón, alguien, seguramente desde adentro, a pesar de tantos candados y restricciones para obtener la “fiel” u otras claves, desde otro banco y con otra clabe interbancaria, hizo mi declaración anual y se agenció los impuestos a mi favor. Mi contador puso una nota al respecto y todavía no me han resuelto nada. ¿Cómo ve?
En la Secretaría de Salud, que debería ser un dechado de ética y virtud por su carácter de beneficiaria social, aún con la rigurosidad de los manuales que la rigen, es donde más se juega y se pone en peligro el bienestar físico y mental de las personas. Es común que los doctores, en los hospitales públicos, atiendan a más de 30 pacientes por consulta. Todos conocemos el “robo hormiga” o a granel de los medicamentos por parte del personal y la obvia escasez de los mismos, sobre todo de los que son “controlados” o de alta gama, así como la abundancia de médicos “matasanos”. Cabe destacar que muchos de ellos, en sus consultorios privados, cobran exorbitantes honorarios.
La Secretaría de Educación es otra historia. Una de las más estructuradas, reglamentadas y jerarquizadas dependencias, pero indefectiblemente, es en la que más fácil se pueden sustraer o desviar recursos. Es tan complicado y complejo su hacer que puede pasar todo y nada a la vez. Nadie desconoce la tragicómica novela que se escribe cada día en las escuelas ahogadas entre tanta burocracia y tanta regla, descuidando gravemente el aprendizaje de los alumnos. Al interior de cada aula el reglamento no aplica, como lo demuestra el currículum oculto. Aun considerando la rigidez de la ley para el otorgamiento de plazas, y todo lo que tiene qué hacer un novel docente, sé de buena fuente que todavía hay alcaldes que, entre corruptelas e inicuas concesiones, tienen el poder de regalar plazas, no quiero ni pensar lo que serán capaces de hacer los senadores, diputados y gobernadores.
Los sindicatos de todas partes, con los consabidos grupúsculos, el robo flagrante de las cuotas de los agremiados, los “dinosaurios”, los cotos de poder y las “amenidades” que se auto-conceden, son todos blancos o rosas y están siempre al servicio del poder político en turno, con las “bondades” económicas que ello conlleva, las cuales reciben con una franca sonrisa de complicidad. Y ya mejor le paro porque no acabaría de enunciar tantas irregularidades, creo que ya se dieron cuenta que el catalizador que unifica y filtra a todas las dependencias, más allá de la “severa e inflexible” normatividad legal, es la corrupción.