GOMEZ12102020

MICROCUENTOS PARA PENSAR
Angustia
Tomás Corona

Monterrey.- Vas por la calle solitaria, cavilando, esa manía tuya de deambular por lugares desconocidos, ensimismado en el método peripatético de la autorreflexión. Un angustiado lamento estremece la tarde…

¡Aaaahhhhhh…! ¡Auxilio…! ¡Señor, señor…! ¡Ayúdeme por favor…!

La apesadumbrada y dolorida voz salía de una ventanita de aluminio semiabierta, oscura, de esas que no dejan ver nada hacia el interior (pero sin duda era la de una ancianita). Lloraba a ratos, gemía, atormentada por la congoja. Impactado, te acercas vacilante y temeroso a la casona para escuchar mejor.

¡Llame a la policía! ¡Me tienen secuestrada en esta casa! ¡Quieren quedarse con mis bienes!

Sigiloso, te acercas hasta el enorme barandal de hierro forjado, con cierto temor, al percibir la cámara que te observa descaradamente. Te debates entre la duda y la certeza, ¿será verdad lo que expresa aquella afligida y desesperada voz? No acabas de creerlo, los nervios comienzan a traicionarte.

¡Mi hijo y mi esposo me tienen encerrada desde hace meses; ya perdí la cuenta de cuánto tiempo he estado aquí! ¡Me maltratan! ¡No me dan de comer! ¡Ayúdeme!

Se te estruja el corazón. No sabes qué hacer ni qué pensar ante la cruda confesión de aquella acongojada mujer. ¿Será cierto lo que dice? ¿Cómo saberlo? ¿A quién preguntarle? Nunca hay nadie, ni vecinos, en esas colonias señoriales y añejas, con enormes, solariegas y blasonadas mansiones.

¡Sufro mucho señor, estoy muy enferma y desnutrida y no me dan medicamento, me espantan en las noches para enloquecerme! ¡Ayúdeme, llame a alguien, no quiero morir aquí sola! ¡Ayúdeme, se lo ruego!

Por fin lo decides, buscarás alguna caseta de policía en la colonia, para denunciar el hecho; o si pasara alguna patrulla o granadera… De pronto, un cincuentón obeso, desaliñado, mórbido, ojeroso, tristón, asoma la nariz por la puerta principal de la sobria residencia.

Señor, no se mortifique ni se asuste, es mi mamá, esta “malita”, se alteró un poco, porque se me pasó darle un medicamento...

Concluyes que este mundo está plagado de misterios, y te vas alejando, con la espina de la duda clavada, sin saber cuál de aquellas almas atormentadas decía la verdad…