PEREZ17102022

MICROCUENTOS PARA PENSAR
Autista
Tomás Corona

Monterrey.- “Somos ya 8 mil millones de habitantes en el planeta tierra. ¡Un chingamadral!”, dijo el extraño joven con esa firmeza de voz y de carácter que sólo poseen los sabihondos.

La madre, lo supongo, como fingiendo una mueca de asombro, expresó: “¿En serio, mi amor?, ya somos muchísimos”.

Él no la escuchó, ni siquiera la miró, abstraído de nuevo en su mundo de dudas y certezas, donde eran comunes los desencuentros y miradas perdidas con sus semejantes. Pasaron algunos silenciosos minutos.

“Mamá! (confirmada mi sospecha) es que no puedo seguir en un trabajo en el que me pagan 250 pesos diarios, ¡es un robo!, son solo 91 mil 250 al año. Ya no debo permitir que me explote este pinche gobierno capitalista”. La madre no dijo nada, sólo abrió desmesuradamente los ojos. De nuevo un breve compás de silencio.

El robusto joven ingirió rápidamente su frugal desayuno y volvió a decir: “El diámetro de la tierra es de 12 mil 742 kilómetros y su perímetro de 40 mil 075; entonces no es posible que toda la gente pendeja quiera vivir en las ciudades. ¡Ya no cabemos!” Bebió de varios sorbos el licuado y se concentró nuevamente para decir: “El cuerpo de un hombre adulto está compuesto por 36 billones de células activas que le permiten realizar múltiples funciones; entonces no es normal que sea tan estúpido. ¿Quieres saber cuántos asesinatos se cometen a diario en el mundo?” 
“No hijito muchas gracias, mejor cuéntame la historia del cero”.

“El largo de la muralla china es de 21 mil 196 kilómetros, pero no es cierto que se vea desde el espacio…”       
                 
“La distancia de la tierra a la luna es de 384 mil 400 kilómetros, no está tan lejos, cualquier idiota puede llegar…”       
       
“Hace 14 mil 800 años el hombre cruzó por el estrecho de Bering y todavía no entiende nada…”

Y siguió aquel alud de cantidades y ecuaciones numéricas exorbitantes, que daban cuenta del poder que tiene un autista sobre los más abigarrados códigos algorítmicos y complejas cifras numerarias, que le permiten percibir y comprender el mundo de otra manera.

Afortunadamente, aquel superdotado púber contaba con la dicha y el apoyo de unos buenos padres, ambos maestros (por cierto)…