Monterrey.- Nada existe, ni un supuesto dios, ni un maldito diablo, ni el temido purgatorio, ni el encantador paraíso, ni los angelitos de la guarda ni ningún otro; ni las veneradas vírgenes, ni los santos milagrosos, ni el amor romántico, ni la verdadera amistad, ni los abominables monstruos, ni las malvadas brujas, ni los temibles fantasmas, ni la bondad humana, ni el amor al prójimo, ni la anhelada paz del mundo, ni…
Las “drag queen” sí. Andan por allí con su masculinidad escondida entre los pliegues de sus extravagantes ropajes, con sus excéntricos atavíos, su grotesca gracilidad, su maquillaje multicolor, estrafalarias pelucas, afiladas uñas de acrílico, su fino arte…
¿Qué tiene de malo el que sea su deseo contar historias? ¿Acaso las infancias se trastocarán en “monstruosas” y “peligrosas” “dress as girl”, con solo mirar sus encantadores atuendos?
Más podrida y corrupta tienen el alma un sinfín de funcionarios públicos e infortunadamente, aunque son pésimos ejemplos de vida, todos quieren ser ricos y poderosos como ellos…