MICROCUENTOS PARA PENSAR
Cadáver
Tomás Corona
Monterrey.- Todos van por allí, dejando en los caminos jirones de carne magra en las espinas, por las dolorosas experiencias vividas, que se putrifican y se vuelven polvo. Donde hubo amor y armonía solo habitan hongos y bacterias que carcomen vorazmente hasta los gratos recuerdos. El aire puro de la dicha se contamina con los fétidos olores de la indiferencia y el lodo del rencor que acaban asfixiándolos. El alimento de besos, ternura y palabras amorosas que los hacían felices, se torna en alimañas y ofidios que carcomen su epiglotis con filosos colmillos. Las relaciones humanas, amorosas y amistosas, se acaban, momifican y hieren hasta envenenar el tacto como la hiedra. Los niños interiores son asesinados violentamente por el monstruo insensato de la madurez mal entendida. Y ellos, los amorosos de antes, son cadáveres repletos de gusanos que, sin darse cuenta, caminan despreocupados por los senderos de la vida.
¿Tú también eres un cadáver?