Monterrey.- La RAE (Real Academia Española), cuyo lema es: “Limpia, fija y da esplendor” (leyó usted bien, parece más el “spot” publicitario de un jabón antibacterial, algún cloro antisarro o un detergente biodegradable); pero refiere a “limpiar”, quitar de la lengua las formas que no le son propias; “fijar”, darle solidez al sistema lingüístico; y “dar esplendor”, que alude a publicitar y educar en torno a las normas de la lengua española; y bueno, la RAE (y sus distinguidos miembros), enloquece cada día más. Uno de esos días en los que tenían puesta su camisa de fuerza filológica, decidieron inventar el CCOI (Complemento Circunstancial de Ofensa Imperdonable). ¿Pero qué demonios linguales es eso?
Pasemos a la parte aplicativa, al “aterrizaje” del contenido, la concreción áulica del tema, como dicen los letrados. La maestra Nancy escribió en el pintarrón una pequeña oración:
Juan come un filete.
Cabe aclarar que Juan era el chico más gordito del salón y por supuesto hubo risillas morbosas de parte de sus compañeros. Y, dejando de lado el tan común “magister dixit” (lo ha dicho el maestro), y recurriendo más bien a Skinner y su teoría pedagógica de E-R (Estímulo–Respuesta) cuestionó al grupo de primero de secundaria…
¿Cuál es el sujeto de la oración?
Silencio absoluto, sorpresa, desconcierto, en las caras asustadas de los alumnos. Clara muestra de que, en las escuelas secundarias, sigue imperando “la ley del silencio”. Todos los pupilos calladitos y sabrá el Diablo lo que estarán pensando, mientras la maestra se desgañita explicando el tema de clase.
El sujeto es “Juan” y es un sustantivo propio. Repitan conmigo: “El sujeto es Juan y es un sustantivo propio…
Y así le siguió con el predicado, el verbo como núcleo del mismo “come” (porque es una acción), y luego el complemento directo “un filete”; todos los alumnos iban repitiendo, como periquitos, todo lo que la maestra decía. Pero, ¡oh, sorpresa! La profesora les anunció que hoy iban a conocer un nuevo complemento circunstancial, el CCOI, pero, ¿qué diablos sintácticos significaba eso? Los alumnitos, muy atentos, seguían en su respectiva nube, es decir, no estaban entendiendo “ni papa”, como siempre…
En la oración, “Juan come un filete”, el predicado “come un filete” es ofensivo para los veganos; es un CCOI, un “Complemento Circunstancial de Ofensa Imperdonable”; repitan: “Complemento Circunstancial de Ofensa Imperdonable…” Eso significa que, de preferencia no debemos usar ejemplos como estos; y si lo hacemos, es obligatorio señalar a qué colectivo ofende la oración cuando se lleve a cabo su análisis sintáctico…
Sonó el timbre, terminó la clase y los alumnos siguieron habitando en el país de “Babia”, pensando quizá en “la cuadratura del círculo”, “la inmortalidad del cangrejo”, como “encontrarle tres pies al gato”, o en cómo ligarse al novio o a la novia. Pero no todo terminó allí, el “culmen” del CCOI aconteció cuando la maestra Nancy lo explicó a sus colegas en la reunión de Consejo Técnico…
¡Pero qué barbaridad! También ofende a los anoréxicos, porque “Juan come” (dijo la corpulenta maestra Julissa).
También ofende a los colectivos activistas pro igualdad, porque es Juan y no María la que come (expresó la sabihonda subdirector).
¿Y por qué Juan y no Juana, a ver? El patriarcado, siempre el …inche patriarcado (subrayó afanosamente la maestra Elisa, la acérrima feminista de la escuela).
El término “sujeto”, para nominar a “Juan”, es peyorativo y, por lo tanto, discriminatorio. A “Juan” se le debe llamar protagonista (dijo el docto, doblemente doctor, Isaí, el más preparado del mundo mundial, según él).
Sin embargo, “protagonista” es un término binario, que ofende a los no binarios; ellos propondrían cambiar el nombre a “Juane come une filete” (señaló atinadamente la preparada y bien ponderada maestra Nancy).
¿Y los ambientalistas que cuestionan el modelo antropométrico? Seguro señalarían que es mejor utilizar la voz pasiva: “El filete es comido por Juan” (dijo Samuel, el especialista en ciencias naturales).
Pero luego vendrían nuevamente los defensores de la equidad, argumentando por qué “El filete no se puede comer a Juan” (sentenció nuevamente la sapiente subdirectora).
Oigan, esa oración también agrede a quienes no incluyen filete en su canasta básica, por ser tan caro (comentó Socorrito, la activista social de la escuela).
Y también peca de desinformación, porque no señala de qué era el filete: res, pescado, pollo, venado, tofu… (expresó Tomás, el maestro de español).
Para ese momento la junta de Consejo Técnico se había convertido en un torrente de carcajadas, que sacó a todos de la desesperante rutina y el fastidioso hastío que caracteriza a este tipo de reuniones. No podían controlar su jocosa emoción y divertimento. Reían y reían, como si se fuera a acabar el mundo. Aquel momento “tan académico” fue el perfecto detonador para extraer todo el estrés acumulado, quizá durante meses.
Pero faltaba algo: el pícaro profesor Rogelio, quien había permanecido agazapado en su silla, cerró con “broche de oro” aquel singular momento, cuando dijo, apoteósicamente:
¿Saben cuál frase construirían los alumnos de tercero, para evitar todos estos rollos tan simpáticos y mafufos que comúnmente hacemos en el aula, lo cual me dejaría muy complacido?: “Juan se la come”.
Imagine usted el final de esta historia, saque todo su estrés, puede carcajearse hasta desternillarse de risa.