MICROCUENTOS PARA PENSAR
Contraste
Tomás Corona
Monterrey.- Eran dos, bellas, esbeltas, rubias, siliconeadas modelos de revista, maquilladas, voluptuosas, sonrientes, trotando por la arbolada, floreada (nochebuenas naturales, por cierto), solitaria y aséptica avenida, derrochando felicidad y una cómoda posición social, como la de esas esposas compradas que nunca han trabajado; pants y viseras de lujo; ah, y tenis “fosfo”, por supuesto… Ellos también eran dos, venían en sentido contrario de aquellas sofisticadas ninfas, aún con su atuendo deportivo y artificiosamente perfumadas; uno flaco y el otro obeso (lombrices y caguamas, pensé); uno prietito y otro más todavía, greñudos, despeinados (aunque uno se hacía una cola de cabello con la cachucha), ropa de segunda, chaqueta y camisola agujeradas, ruñidas , pantalón de mezclilla viejísimo (y pensar que era su ropa “de salir”, la de la chamba es otra historia), tenis sucios y rotos (también “de segunda o tercera”,) sabrá Dios desde dónde vendrían caminando, pero dialogaban alegremente, sumidos en “la explotación del hombre por el hombre mismo”; al igual que aquellas chicas plastificadas, cautivas en su “jaula de oro”. Al intersecarse, aquellas parejas de amigos produjeron un contraste singular, como para convertirse en personajes de un cuento.