Coro2310

MICROCUENTOS PARA PENSAR
Don Fide
Tomás Corona

Monterrey.- ¿Viviría solo...? Fue la primera pregunta que cruzó por tu mente. Hemipléjico, apenas si podía moverse y su locomoción era lenta y dolorosa, te lo decía la mueca compungida de su cara. Quien sabe cómo se bajaría del coche, o peor aún, del camión. Una chica, empleada de la tienda de conveniencia, casi un ángel, al verlo se aprestó para ayudarle.

     No sin dificultad lo sentó en la silla especial y se puso a dialogar con él como viejos amigos. Los seguí con disimulo. Poco a poco fue surtiendo su mísera despensa entre la amena charla y un montón de sonrisas. Llegó la hora de pagar y el viejo carismático sacó una tarjeta bancaria y una red de esas de plástico, con muchos colores, a las que mi abuela le decía “rede”. ¿Cómo le haría para tramitar la susodicha tarjeta si muy penas podía moverse...?

     La chica se ofreció para ayudarle con los víveres, el le dijo que abordaría un taxi hasta su casa, pero antes necesitaba ir al baño. Malo el cuento. La chica le llamó a uno de los paqueteritos para que le ayudara y muy solícito, otro señor de la tercera edad se ofreció a resolver tal odisea y yo no me quedé atrás. Entre los dos lo condujimos a los sanitarios, medio lo cargamos, lo sentamos en el excusado mientras que él, no sin antes cerrar la puerta, supongo con muchísimo trabajo se bajó los pantalones, no quiso que le ayudáramos a eso y a todo lo demás, por su pudor de viejo.

     Un sinfín de cuestionamientos me atosigaban. ¿Tendrá hijos, mujer, familia…? ¿Será viudo…? ¿Cómo le hará en su casa, si vive solo, para alimentarse, asearse, valerse por sí mismo ...? ¿Cuántos adultos mayores viven en esa situación en nuestro flamante estado progresista…? ¿Dónde están…? ¿Quiénes son…? ¿Qué estamos haciendo por ellos…? Lo impactante de esta historia, a pesar de los pesares, son las contagiosas ganas de vivir que tiene Don Fide.