Monterrey.- Ellos tienen una conciencia planetaria, nosotros seguimos arraigados en un pensamiento unilateral. Ellos habitan en un mundo de liviandad, nosotros permanecemos en la rancia moralina. Ellos no tienen miedo de lanzarse al vacío, nosotros seguimos atados a la cadena de nuestras añejadas costumbres. Ellos nacieron con el chip de la tecnología incrustado en la nuca, nosotros seguimos en la cultura del papel.
Ellos se desplazan gustosamente en el mar de la virtualidad, nosotros nos ahogamos en el vaso de agua de la realidad. Ellos son “open mind” a pesar del yugo familiar, nosotros seguimos al estilo de la “old school”. Ellos aprenden solos, nosotros nos empeñamos en enseñarles. Ellos son buenos, nosotros los hacemos malos. Ellos encuentran respuestas en la nube, nosotros seguimos dictándoles cuestionarios.
Ellos son brillantes, nosotros nos empeñamos en opacarlos. Ellos son cibernautas nativos, nosotros nativos emplumados. Ellos asimilan rápido los contenidos, nosotros se los inculcamos parsimoniosamente. Ellos trabajan colaborativamente, nosotros tendemos a individualizarlos. Ellos habitan en un mundo líquido y disruptivo, nosotros en un cubo sólido e inmutable. Ellos son alas, nosotros raíces. Ellos son futuro, nosotros pasado.