Monterrey.- Huecas las horas se van acumulando y se les ocurre resurgir con la fiereza del insomnio. Las golondrinas del afecto abandonaron el nido, ¿para siempre…? El humus de la rutina se ensaña, mordaz, contra la algarabía del devenir. La amistad se fue de viaje acompasada por el insoportable hastío. Un abismo de olvido y desesperación se abre entre nosotros. La cerviz se flagela entre dolorosos espasmos sucesivos. El alma cruje al no encontrar respuesta a sus idílicos efluvios. Las manos se separan, se alejan, se dicen adiós irremisiblemente. Los abrazos se esfumaron, quedaron solo puñaladas de odio e indiferencia. Del corazón endurecido ya no brotan amorosos elixires. La esperanza cierra los ojos aturdida por el desencanto. Ya casi no queda nada. La pandemia se lo ha llevado todo…