Monterrey.- Esbelta como nadie, inicia desde temprano su rutina diaria en su lujoso pent-house. Una hora de natación, baño de burbujas, desayuno frugal, cabello suelto, calzones, sostén, zapatos y vestido, todo en azul aqua, es martes. Algo muy importante, se coloca y ajusta la máscara del día de hoy. Siempre está preparada para todo. Luego a la oficina del consorcio donde funge como la flamante secretaria privada (muy privada) del gerente. Atender llamadas, llevar y traer papeles, sonreír a las visitas, preparar café, no se necesita estudiar mucho para eso y ha sabido explotar muy bien su belleza, sobre todo sus turgentes formas anatómicas.
De 7 a 10 le toca al señor Nassar, mañana al señor Handall, luego a Mr. Wong, y así sucesivamente se va adornando con el color que ellos prefieren. Con uno es melosa, con el otro una fiera, con otro toda una chica hardcore, a veces una niña o una mujer dominante y ataviada con leather (incluido el látigo, por supuesto). Domina perfectamente las rutinas, las tareas asignadas y conoce bien los gustos y necesidades de cada uno de los ejecutivos. Algo muy importante, debe colocarse siempre la máscara correspondiente a cada día si no sería imposible subsistir en ese mundillo donde reina la corrupción, la apariencia y la frivolidad.
Está bien consciente de que siempre habrá una mujercita detrás queriéndole robar el puesto. Es rica, hipócrita, linda, falsa, meliflua, traicionera… Conserva, celosamente guardados, videos comprometedores en pleno acto sexual con todos sus clientes, incluido su dizque socio, el gerente. Trabaja sola y no confía en nadie. Llora un poquito por las noches recordando su pasado, su precaria infancia, pero pasa pronto. Es obvio que tenga miedo de perder el imperio económico y la cómoda vida que ha creado. Resta decir que, con el sudor de sus nalgas ha pagado todo lo que tiene y a nadie le importa, pos´ mira…