CRONA10082020

MICROCUENTOS PARA PENSAR
Jaime ya no esta
Tomás Corona

Monterrey.- Decidí volver, aún con el miedo a cuestas, la pandemia en todas partes y el corazón compungido, decidí volver. Ya no estaba dispuesto a padecer los sinsabores de la odiosa e improductiva inactividad. Además, mi estómago se ha ensanchado violenta e inconmensurablemente. Lo primero que hice fue llenar mis pulmones con aire puro, aunque es un decir, porque, como expresa un poema de Benedetti, en realidad salí a “respirar mi gasolina diaria”.

     Saludé a algunos caminantes, como es mi costumbre, de alguna manera se vuelven conocidos a fuerza de verlos, y luego lo busqué, al Jaime, el viejito coscolino y cabrón que siempre me contaba una historia diferente cada día que caminábamos juntos en el parque cercano a la colonia.

     Historias sobre la infinita cantidad de mujeres de todas formas, colores y sabores que habían sido suyas a lo largo de sus 67 años. Y a todas las había dejado plenamente satisfechas y presumía tener veintitantos hijos de los que, por supuesto, nunca se hizo responsable.

     De cómo desde muy jovencito aprendió a beber y a fumar, pero igual subía los cerros regios como un chivo salvaje. La Mitra, el de la Silla, el Topo, de cómo Chipinque era un paraíso con riachuelos y cascadas antes de la insidiosa posesión de los depredadores ricos que hoy lo habitan.

     Platicaba también cómo la dureza de su vida lo había convertido en “todólogo” y sabía hacer cosas de plomería, electricidad, albañilería, pintura y un sinfín de reparaciones que ocupa el mantenimiento de una vivienda, de sus largas borracheras, cómo más de una vez, había salido semidesnudo saltando por la ventana de una casa por estar haciendo travesuras con una mujer casada.

     Yo lo escuchaba sin criticarlo porque, expresar sus penas y alegrías a través de su diálogo conmigo, era como una forma de prolongar su existencia, de sentirse vivo, así lo atestiguaba el brillo de sus ojos al narrar sus extravagantes historias…

- ¿No ha visto a Don Jaime...? Le pregunte a Bertita, otra señora septuagenaria, pero muy sana, que también camina todos los días en el parque.

- ¡Ay profe Tommy, Jaimito falleció hace mes y medio por el Covid…

     Hay revelaciones que impactan y esta era una de ellas. Maldita Pandemia, pensé con rabiosa impotencia, con un doloroso nudo en la garganta que apenas detuvo el río de lágrimas que amenazaba con brotar y desbordarse… ¡Maldita pandemia…!