Monterrey.- Érase una vez una niña rolliza, gruesa y tan rechoncha que le apodaban “La Tonina Jackson”, por aquel obeso luchador mexicano de los años sesenta.
Aunque no era muy inteligente, pero sí excesivamente ladina, su vida sufrió una transformación ciclópea y vertiginosa que la convirtió, sin querer, en lo que no pensaba ser.
Pasó de vender yogures en la infancia a activista “indigenoide”, muy buena para adherirse lana, sobre todo la ajena, y se fue encumbrando política y económicamente por medio de la “transología”, hasta volverse rica y poderosa, aunque para ello tuvo que trasvestirse de botarga “barneyana”, portar una maleta mágico-ridícula-sorprendente, encadenarse, fingir dormir em…pijamada en un lugar prohibido, jugar a las cartas con tarjetitas que simulaban ser “ases de la manga”, entre otras miromanías, “ridiculidades” y sandeces. ¡Ah!, una vez tuvo que disfrazarse de piñata también. Infortunadamente, cada vez que abre las fauces arroja sapos, telarañas y culebras que a todos nos divierten. Sueña que va a ser la reina de la “mexican real politik”, y eso sí sería una espantosa pesadilla para todos nosotros.