Monterrey.- La realidad que nos circunda, por doquiera que se le vea, es lacerante, aunque los memes cursis, sosos, llenos de florecitas, ositos peluchones y otras pendejaditas parecidas, como las cadenas de oración, por supuesto, y las redes en general afirmen que la vida es bella y nos exhortan a que la veamos con ojos de bondad y amor, esa cotidianidad que vivenciamos se torna cada día más, violenta, desaliñada, indolente, dura.
He aquí algunas claras muestras: estamos sin agua y a las autoridades, directamente responsables, parece no importarles. Asesinatos por el narco, por lo menos media docena cada día, sin considerar los que no se saben. Una “tiktokera” cuelga inútiles consignas de papel en su palaciega oficina. Baches en las calles de pauperizadas colonias, desde hace por lo menos dos décadas. Dependencias que roban inmisericordemente a los más jodidos en la escala social. Inseguridad desbordante, robos, asaltos, vejaciones, a veces efectuadas por los mismos policías, en todos los rincones de la ciudad.
Mujeres victimizadas, heridas, violadas, violentadas, asesinadas, innegable crueldad patriarcal que no se resuelve con una marcha cargada de flores. Inicuo incremento en los servicios públicos y en los productos básicos que desquician cada vez más a quienes ocupan el último peldaño en la escala salarial. Abusos de poder y trámites absurdos, inacabables, en todas las dependencias públicas gubernamentales. Escuelas cayéndose a pedazos ante la indolencia de las reinas rojas y, para no variar, “los ricos haciéndose cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres”.
La lista de injusticias se torna infinita. Aun considerando que somos poseedores de uno de los países más ricos y bellos, en todos los sentidos: fauna, flora, mineralogía, gastronomía, turismo… ¿Usted cree, francamente, que en estas miserables condiciones dan ganas de cantarle loas al amor? Mejor forjemos una cultura de la denuncia, de la protesta inteligente, “los buenos somos más”, aunque al parecer, para nada sirve.