Monterrey.- Están allí, alegres por verse después de tanto tiempo, algunos absortos recordando no sé qué, apenas se tocaron al llegar y ahora parloteaban sobre diversos temas que parecían no acabar nunca. Estratégicamente el intendente acomodó las sillas en círculo para protegerse, a sabiendas que la mayoría de ellos sobrepasaba los 60 abriles y aun no estaban totalmente vacunados, solo la primera dosis.
El objetivo de la reunión parecía incierto, ¿revisar la infraestructura del edificio?, no parecía un argumento convincente, eso lo pudieron hacer los intendentes y el director. ¿Preguntar por sus necesidades más apremiantes…? ¡Bah…! ¿Un indicio para la reapertura de clases…? Sí, chucho, como no… ¿A qué vendrían realmente las autoridades de la Secretaría de Educación…? No faltó el grillo de siempre quien afirmó que era proselitismo político para uno de los candidatos.
En fin, hablaban de tantas cosas, como si el año del terror por la pandemia no hubiese acontecido. Muchos de ellos confesaban sus ganas de volver por el implacable encierro al que estaban sometidos. Se mofaban del giro que había dado su plática en tantos años de conocerse. Primero modas, artistas, amasiatos entre los profesores más atrevidos, viajes, pachangas… Y ahora, reuniones de café, fallecimientos, velorios, nietos, citas médicas y achaques al por mayor…
Y esperaron, esperaron, esperaron, esperaron, se terminaron el pastel y las ganas de charlar y ya querían irse, pero los profesores han sido tan responsables que acabaron convertidos en sumisas ovejas con el paso de los años, bajo el yugo institucional que los amenaza, los conmina, los castiga, los muerde. Entonces, la profesora más atrevida, la de siempre, exigió la retirada después de tantas inútiles horas de espera y a todos les fue concedida. Cabe señalar que las susodichas autoridades jamás llegaron y, ate tal falta de ética y de cortesía, nadie dijo nada, solo susurrados chistoretes y susurrantes rumores, como siempre…